Mapa del Protectorado español
Aunque inicialmente la ocupación española fue pacífica, pronto surgieron conflictos debido a la resistencia de estas tribus, especialmente de los Beni-Urriagel, liderados por Abdelkrim el Jatabi, un cadí[3] educado en Melilla y Salamanca. La situación derivó el 9 de julio de 1909 en la Guerra del Rif[4], cuando numerosas cabilas se sublevaron contra las autoridades. Bien armados gracias a suministros extranjeros, su moral era elevada y su puntería excepcional[5]. Abdelkrim proclamaría la República del Rif el 18 de septiembre de 1921, erigiéndose como su presidente.
Retrato de Abdelkrim y bandera de la república del Rif tomada en Alt-Yusef (Museo del Ejército)
El Alto Comisariado español consideraba crucial controlar la bahía de Alhucemas para pacificar el territorio, pero todos los planes de desembarco que se fueron preparando durante la década anterior[6] nunca se ejecutaron debido a la inestabilidad política de la época y también por temor al fracaso, en parte influenciado por la malograda operación británica en Gallipoli durante la Primera Guerra Mundial.
En abril de 1925, un Abdelkrim embriagado por sus victorias ante los españoles, les infringió también una severa derrota a los franceses cerca de Fez, la capital de su protectorado[7] . Ésto hizo reaccionar al gobierno de Francia, que automáticamente solicitó reunirse con el de España para buscar una solución común al problema marroquí. Después de varios contactos entre el mariscal Philippe Petain y el teniente general Miguel Primo de Rivera, presidente del Directorio militar, se decidió ejecutar la primitiva idea española de desembarcar en la bahía de Alhucemas, por ser el foco de la república rifeña.
El mariscal Petain y el general Primo de Rivera
Aprovechando esta oferta francesa, se ordenó al general de división Fernando Gómez-Jordana Sousa que adaptara los antiguos planes diseñados por su padre a las necesidades de aquel momento y que elaborara uno definitivo. Su propósito sería que esta operación fuera un golpe inesperado que abriera un nuevo frente[8], mientras el ejército de tierra francés haría una operación simultánea en el norte de su protectorado para restaurar su frontera.
La fuerza de desembarco estuvo constituida por dos brigadas similares, formadas en las Comandancias Generales de Ceuta y Melilla, que entre las dos sumaban 16.500 hombres[9]. Además, en toda la operación participaron un total de 162 aeronaves[10] y más de 100 buques de diversos tipos[11]. Las embarcaciones de desembarco que se utilizaron fueron 26 barcazas K[12], que tenían los británicos en Gibraltar desde el fallido desembarco de Gallipoli.
Situación del Cuerpo de Infantería de Marina a principios del siglo XX
A pesar de estar en proceso de desaparición desde la promulgación del Real Decreto de 27 de mayo de 1914[13], los cuatro regimientos de Infantería de Marina continuaban activos, aunque bastante disminuidos en entidad, en San Fernando, Ferrol, Cartagena y Larache, si bien éste último sería disuelto en agosto de 1922.
La campaña del batallón expedicionario
Este batallón de Infantería de Marina para Alhucemas se organizó desde el primer momento en San Fernando, el 23 de septiembre de 1924, si bien, debido a la falta de personal en ese regimiento, tuvo que ser reforzado desde los regimientos de Ferrol y Cartagena. Quedaría encuadrado en la 2ª columna de la brigada de Melilla del general Fernández Pérez, al mando del coronel Vera. Se componía de cuatro compañías de fusiles, una compañía de ametralladoras, la Plana Mayor y el Tren del batallón.
Plantilla y sello del batallón expedicionario (D.O. de Marina 220/1924)
Su fuerza efectiva fue de 786 hombres, 14 caballos y 67 mulos, según la plantilla del Diario Oficial de Marina número 220/1924, de 2 de octubre.
El mando se le encomendó al teniente coronel José Aubarede Kierulf, siendo su segundo el comandante Carlos Morris Soriano[14].
Teniente coronel Aubarede y comandante Morris (archivo OCHIM)
Cuadro de oficiales del batallón expedicionario de Infantería de Marina (revista Ilustración del Rif)
Cuando se le dio la orden de zarpar hacia Melilla[15], durante los días 28 y 29 de mayo se celebraron en San Fernando varios actos oficiales de despedida, destacando la imposición a sus componentes de unos escapularios de la Virgen del Carmen, donados por las esposas de las autoridades del Departamento marítimo de Cádiz.
Además, el día 30 de mayo todo el comercio de la ciudad cerró sus puertas para asistir a su embarque en el buque Almirante Lobo.
Circular del ayuntamiento
Tras dos días de navegación, el 3 de junio el batallón expedicionario llegó a Melilla, donde fue recibido por el general José Sanjurjo, Comandante General de esa plaza. El día 6 esta unidad marchó a pie al campamento de Dar Drius, que estaba a las órdenes del coronel del regimiento “Alcántara” Miguel Dolla, jefe de la circunscripción. El entrenamiento fue duro hasta mediados de agosto, incluyendo prácticas de tiro, ejercicios específicos de embarque en los buques y de desembarco desde las embarcaciones, más una sólida instrucción moral sobre las causas que motivaron esta operación y su finalidad. Tras trasladarse en ferrocarril al campamento “Victoria Eugenia”, para realizar nuevos ejercicios tácticos junto a sus compañeros del Ejército, el 22 de junio regresaron a Melilla, continuando allí el intenso adiestramiento. Finalmente, el 4 de septiembre la brigada de Melilla recibió la orden de embarcar. El batallón expedicionario lo hizo el día 5 en el transporte España nº 5.
Buque España nº 5 (Revista blanco y negro)
Pasadas las 12:00 del día 6, salieron de la rada de Melilla todos los vapores que transportaban a la brigada[16], en una perfecta formación escoltada por los buques franceses participantes en la operación. Al frente, a bordo del acorazado Paris, iba embarcado el general Sanjurjo, comandante de la fuerza de desembarco. Mientras abandonaban la ciudad española, desde el muelle se podían oír los cánticos de la tropa y los efusivos vivas a España. Antes del asalto anfibio, los dos grupos de desembarco procedentes de Ceuta y Melilla, realizaron sendas diversiones, amagando con desembarcar en Uad-Lau y en Sidi-Dris respectivamente para, al anochecer, dirigirse hacia Alhucemas.
Movimientos de las flotas (composición del autor)
Durante todo el día siguiente, pese la dificultad ocasionada por un fuerte viento de levante, se fueron agrupando todas las flotas participantes frente a la península de Morro Nuevo, ocupando los buques las posiciones determinadas para empezar a cumplir sus respectivas misiones[17]. Paralelamente, las unidades de la primera ola comenzaron a embarcar en las barcazas K.
Personal a bordo de las embarcaciones K (Archivo Antonio Carrasco)
Según el planeamiento, las operaciones de desembarco se habían programado que comenzaran a las 04:00 de la madrugada del día 7 de septiembre, pero a esa hora todavía la mayoría de los buques, y en consecuencia las barcazas K que llevaban remolcadas, se encontraban lejos del punto adecuado por culpa de la mala climatología. Por ese motivo, Primo de Rivera retrasó el inicio del desembarco. De todas formas, tanto el bombardeo aéreo como el fuego naval actuaron con eficacia contra las fortificaciones rifeñas, corrigiéndose el tiro desde un globo cautivo amarrado al acorazado Jaime I.
Al día siguiente 8 de septiembre, de madrugada, continuaban las fuertes corrientes y el viento, por lo que de nuevo Primo de Rivera retrasó el desembarco unas horas. Debido a estos sucesivos cambios en la hora H, las tropas llevaban ya más de cuarenta horas en las embarcaciones K, con el desgaste que ésto suponía. Finalmente, a las 10:00 de la mañana, las primeras barcazas K se dirigieron hacia las playas con la primera ola del desembarco, formada por la 6ª y la 7ª banderas de la Legión, cuatro tabores de regulares indígenas de Tetuán y de Larache, y el batallón de Cazadores de África número 3, todos pertenecientes a la brigada de Ceuta.
Esquema del desembarco para la primera ola (croquis de Eduardo Quintana)
Desembarco de la primera ola en Alhucemas (Archivo Antonio Carrasco)
EI día 10 (D+2) comenzó el desembarco de la columna Fernández Pérez en la playa de los Frailes, al norte de la punta de Morro Nuevo, playa próxima y a la izquierda de la que ocupaban las unidades de la brigada de Ceuta. El batallón expedicionario de Infantería de Marina no desembarcaría hasta media tarde ante una intensa resistencia enemiga, debido a que los Beni-Urriagel lanzaron un feroz contrataque con más de 1.500 hombres. La unidad que les hizo frente principalmente fue la columna Goded, de la 1ª de la brigada de Melilla, a la que el batallón expedicionario tuvo que enviarle parte de sus propias municiones ante la intensidad de los combates. Tal y como señaló Eduardo Quintana en su obra “La Marina de Guerra en África”, en esta playa se organizó una base de operaciones bajo el fuego de cañón enemigo, en cuyos trabajos «participó el batallón de Infantería de Marina porque fue uno de los primeros en desembarcar»[18]. Al final, el frente resistió y se pudieron mantener todas las posiciones alcanzadas.
Los días 12 y 13 de septiembre las 1ª y 2ª compañías del batallón, al mando del comandante Morris, reforzaron las guerrillas del Ejército que operaban en Morro Nuevo y prepararon una base de fuegos para apoyar el futuro avance de la columna Vera[19].
Acumulación de pertrechos en Morro Nuevo (archivo Antonio Carrasco)
El día 14, el batallón recibió su bautismo de fuego mientras apoyaba con la compañía de ametralladoras y una de fusiles la consolidación de la cabeza de playa en primera línea, teniendo un herido y un contuso[20], ante el aumento del cerco enemigo y el cañoneo sobre las playas. Las adversas condiciones meteorológicas obligaron a paralizar el desembarco durante varios días, lo que, unido a los constantes ataques rifeños y a la concentración de un elevado número de efectivos en menos de 6 km², prácticamente sin agua ni suministros, constituyó uno de los momentos más críticos de toda la operación anfibia. El batallón expedicionario no conseguiría volver a reagruparse hasta el día 16.
Playa del Quemado durante la descarga logística (El faro de Ceuta)
Finalmente, el día 17 el temporal amainó un poco, y en cuanto la mar lo permitió, se continuó con el desembarco de los contingentes de tropas que aún quedaban a bordo. Durante esos días, el batallón de Infantería de Marina volvería a tener varios heridos por arma de fuego[21].
El día 22, con el puesto de mando del general Fernández Pérez por fin ya en tierra, se completó el desembarco de toda la brigada y por la noche se dieron las órdenes oportunas para comenzar el avance al día siguiente hacia las posiciones fortificadas enemigas en dirección a Axdir[22], convirtiéndose el día 23 en un día tan memorable como el del desembarco. Ese día, como detalló Rafael López Rienda en su libro “Del Uarga a Alhucemas”, poco antes de iniciarse el avance, mientras el teniente coronel Aubarede estaba arengando a sus tropas del batallón expedicionario antes de comenzar el ascenso al monte, incluido en el grueso de la columna[23], les cayeron dos proyectiles enemigos que causaron algunas bajas: «su jefe esperaba de ellos el mayor rendimiento para reverdecer los laureles de la Infantería de Marina española. A poco de empezar su arenga, el enemigo rompió fuego de cañón. Una granada cayó a pocos pasos del jefe, pero siguió su arenga inmutable. Poco después, otra granada cayó entre las filas del batallón, matando a un sargento e hiriendo a un soldado. Nadie se movió de su sitio, hasta que el jefe terminó la arenga vitoreando a España. Luego el batallón, como todas las fuerzas europeas que fueron encuadradas en los flancos y vanguardias, supo comportarse admirablemente»[24].
En esta operación, el batallón expedicionario asistió, apoyando por el fuego o la maniobra, a la ocupación de Malmusí alto, Malmusí bajo y Morro Viejo[25].
Al finalizar esta jornada, la división adelantó el frente hasta el río Tisdit. Los Infantes de Marina sufrieron dos muertos y cuatro heridos[26].
Retrato del capellán Abad (Revista General de Marina) y su lápida en el cementerio de Melilla
El día 25, las compañías 2ª y 3ª del batallón expedicionario, al mando del comandante Morris, realizaron trabajos de fortificación bajo fuego enemigo, y el 27 se realizó la misma tarea con las 3ª y 4ª compañías[27]. El día 29, a las 1ª, 2ª y 3ª compañías se les ordenó cubrir todo el sector que constituía la primera línea, desde la cala del Quemado a Morro Viejo. Igualmente se encargó de esta misión el comandante Morris, segundo jefe del batallón[28].
Una vez asegurada la cala del Quemado y dominados los Cuernos de Xauen, continuó un lento avance para limpiar las resistencias enemigas. Aquí el batallón expedicionario tuvo la misión de consolidar y asegurar el territorio ocupado.
El día 30 de septiembre se llegó hasta el río Isli, tomando la brigada de Melilla Tara Mara, Buyibar y el monte Cónico. La actitud del batallón expedicionario este día la describió de la siguiente manera Eduardo Quintana en su libro ya citado: «El batallón de Infantería de Marina además de cooperar con las fuerzas de la brigada a la ocupación de Morro Nuevo, Malmusí Alto, Cuernos de Xauen, Malmusí bajo (posición A), también operó este día en que ocupamos la Rocosa y Monte Palomas, mereciendo el jefe del batallón, Sr. Aubarede, ser felicitado por el coronel Federico de Vargas, que calificó de admirable el comportamiento de esta fuerza»[29]. Esta acción resolvería definitivamente el problema de la escasez de agua, al encontrarse abundantes pozos en todo ese valle.
Comenzado el mes de octubre, apoyadas por el fuego naval y el de las baterías del Peñón de Alhucemas, las fuerzas de la brigada de Melilla que estaban junto al mar progresaron sin oposición hasta la desembocadura del río Iberloker, ocupando Adrar-Seddun.
El día 2 de octubre la brigada de Ceuta conquistó el monte Amekrán. Con la pérdida de todas estas posiciones, el enemigo emprendió la huida hacia el sur, por lo que los españoles asaltaron con facilidad la capital rifeña, Axdir, tomándose el Cuartel General de Abdelkrim, que huyó hacia Targuist[30].
Avance español y líneas del frente (Revista General de Marina)
A partir del 3 de octubre, el batallón de Infantería de Marina quedó guarneciendo posiciones de la línea avanzada, sosteniendo fuego con el enemigo en diferentes ocasiones, lo que le causó nuevas bajas[31]. El 11 cesó en su cometido de dar seguridad a ese sector, pasando con su jefe al campamento general.
Con la ocupación del monte Xixafen el día 13 de octubre (D+35), se dio por concluida la operación, después de necesitarse algo más de cinco semanas para avanzar quince kilómetros desde las playas hasta Axdir. A partir de ahí comenzó el periodo de estabilización y el establecimiento de una base adecuada para lanzar el golpe definitivo a la rebeldía en todo el Protectorado.
El 27 de este mismo mes el comandante Morris, sin cesar en sus funciones de 2º jefe del batallón, fue designado para el mando de la Jefatura de desembarcos, aparcamientos y transportes de las playas, siguiendo en ese cometido durante todo el mes de noviembre[32].
Después de que este batallón permaneciera casi dos meses más en la zona, construyendo fortificaciones en las posiciones del sector de Axdir, se decretó su disolución en el Diario Oficial de Marina número 277/1925, de 11 de diciembre, recibiendo la orden de embarcar en el España nº 5 con destino a la península. Y así, ante una gran multitud y con las autoridades gaditanas al frente, los Infantes de Marina llegaron el 15 de diciembre de 1925 al Arsenal de La Carraca.
Orden de disolución del batallón expedicionario (D.O. de Marina 277/1925)
En la Real Orden de 17 de febrero de 1926 el propio rey Alfonso XIII les dio expresamente las gracias a todos los miembros del batallón expedicionario de Infantería de Marina por «su meritísima conducta y brillante actuación en la Campaña de Alhucemas». La íntima satisfacción del deber cumplido.
Conclusiones
Murieron cuatro Infantes de Marina[33] y fueron heridos más de treinta, entre ellos el propio teniente coronel José Aubarede. En toda la operación de la bahía de Alhucemas, se calculó que murieron un total de 361 militares españoles frente a más de 1.000 rifeños.
Por esta campaña, a distintos componentes del batallón expedicionario de Infantería de Marina se les concedieron una Cruz de María Cristina, ocho Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo, una Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco y cuatro Medallas de sufrimientos por la Patria[34]. Además, al cabo Yunguet y al soldado Masip se les ascendió póstumamente a sargento y a cabo respectivamente, y a todo el personal del batallón se le concedió la Medalla de la campaña de Marruecos.
Tras el éxito de esta campaña, España pacificó el Protectorado de Marruecos y las Fuerzas Armadas españolas ganaron un gran prestigio internacional, tras demostrarle al mundo la utilidad de las operaciones anfibias.
El Protectorado es una forma de gobierno donde
un Estado extranjero protege la administración de otro, a cambio de que éste
acepte algunas obligaciones de explotación de carácter colonial.
Bibliografía:
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- SALAFRANCA, José. La República del Rif. Algazara, 2004.
- Revista Desperta Ferro nº 11, Extra, de septiembre de 2015.
- Diarios Oficiales de Marina de los años 1924, 1925, 1926 y 1927.
- Hojas de servicios del teniente coronel Aubarede y del comandante Morris.
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