PARTICIPACIÓN DE LA INFANTERÍA DE MARINA EN EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS
Artículo publicado en la web EJÉRCITOS.ORG el 14 de abril de 2017
En la Conferencia de Algeciras de 1906, el territorio del actual Marruecos se dividió en dos Protectorados(1), uno correspondiente a Francia y otro a España. La zona española era la más al norte, un paraje muy pobre y habitado por múltiples cabilas(2) de naturaleza rebelde y agresiva, y que además solían estar enfrentadas entre sí.
Aunque la ocupación de la zona española se realizó en un principio pacíficamente, pronto varias de estas cabilas se manifestaron muy contrarias a la ocupación, generándose en todo el Protectorado español un estado de extrema anarquía que derivó en frecuentes enfrentamientos armados contra las tropas españolas. El epicentro de todas esas sublevaciones estaba en la población de Axdir, justo en la bahía de Alhucemas, de dónde era originaria la cabila Beni-Urriagel, la más combativa de todas. Así comenzaría la que se ha conocido como la Guerra del Rif(3), tras la sublevación generalizada de la mayoría de las cabilas de esa región norteafricana el día 9 de julio de 1909 contra las autoridades españolas y francesas de sus respectivos territorios.
Para el Alto Comisariado español en Marruecos la ocupación de Axdir y la bahía de Alhucemas era primordial para lograr la pacificación de todo el Protectorado. Por ese motivo se llegaron a elaborar hasta cinco planes de desembarco durante esos primeros años del siglo XX, pero dichos planes nunca llegaron a ser autorizados por el Gobierno debido a que las operaciones anfibias eran consideradas imposibles como consecuencia del fracasado desembarco británico de Gallipoli de 1915.
En esos años las cabilas rifeñas sumaban un total de unos 80.000 hombres desplegados por todo el Protectorado, aunque en concreto en la bahía de Alhucemas se estimaba que podían existir 5.000 como mucho. Los rifeños eran personas de carácter muy violento y un físico robusto, guerreros duros por naturaleza, y tradicionalmente su manera de combatir acostumbraba a que nunca se ayudaran esas tribus entre sí. Lo cual podía resultar una ventaja ante una posible invasión española. Muchas de estas tribus también disponían de caballos, que montados por valientes jinetes, eran temidos por su velocidad y potencia de choque.
Igualmente tenían varios centenares de cañones de varios calibres(4) capturados a las tropas europeas los cuales, al no saber usarlos tácticamente, en muchas ocasiones simplemente eran acercados al objetivo para dispararlos a quemarropa. Con respecto a su armamento individual, lo poseían en una cantidad y calidad equiparable al de los españoles, sobre todo debido al apoyo que desde el extranjero les proporcionaban comerciantes ingleses y alemanes(5).
La táctica que empleaban se fundamentaba en su perfecto conocimiento del terreno para realizar luego ataques por sorpresa muy agresivos, seguidos de rápidas retiradas. Una verdadera táctica de guerrillas, la cual consistía en hostigar permanentemente al enemigo hasta desmoralizarlo y luego hacerles una emboscada, en las cuales solían ser tan crueles que a todos los supervivientes los pasaban a cuchillo, los descuartizaban y los dejaban pudrirse al sol para que esa visión atemorizara a los que los descubrieran. En general los rifeños poseían una elevada moral pues creían firmemente que cada uno de ellos equivalía a seis europeos y tenían una asombrosa buena puntería(6).
Su principal líder fue Abdelkrim el Jatabi, nacido precisamente en Axdir el 12 de enero de 1882. Perteneciente a la cabila Beni-Urriagel, tras hacer el bachillerato en Tetuán y Melilla, estudió derecho islámico en la universidad de Fez, y otros estudios universitarios en Salamanca. Después de acabar la carrera, volvió a Melilla para trabajar como traductor de árabe en la Oficina Central de Asuntos Indígenas. También escribía un artículo diario en el periódico El Telegrama del Rif y fue nombrado cadí(7) de Melilla. Ante las sospechas francesas de ser un colaborador de Alemania, en 1915 las autoridades españolas iniciaron una investigación que reveló su fuerte sentimiento anti europeo, siendo encarcelado durante un año en el fuerte de Rostrogordo. Tras salir en libertad, se retiró a su ciudad natal para propagar su odio hacia españoles y franceses, camuflado en un deseo de independencia de su pueblo. Tras el desastre de Annual, el 18 de septiembre de 1921 declararía la República del Rif, erigiéndose como su Presidente.
Finalmente en el año 1925, ya bajo el gobierno del general Miguel Primo de Rivera(8), y con colaboración francesa(9), España terminó de una vez con la Guerra del Rif, tras realizar en la bahía de Alhucemas el primer desembarco aeronaval de la historia. El objetivo estratégico fue pacificar todo el norte de África y el objetivo operacional fue conquistar la población de Axdir, pues se consideraba el centro de gravedad por ser la capital de la autodenominada República del Rif y la base principal de su ejército. El propósito de la operación que se planteó fue la ocupación de una cabeza de playa que fuera capaz de albergar un ejército de decenas de miles de soldados, para que después de reorganizarse, esa fuerza maniobrara hacia el sur para tomar Axdir.
Esta operación estuvo dirigida directamente por el general Primo de Rivera y la fuerza de desembarco estuvo constituida por dos brigadas similares, formadas en Ceuta y en Melilla, que entre las dos sumaban 16.500 hombres(10). Además, en toda la operación participaron más de 100 buques de diversos tipos(11) y un total de 162 aeronaves(12).
Las 26 barcazas tipo K que se adquirieron para esta Operación fueron de procedencia británica, y eran exactamente las mismas que se usaron en el frustrado desembarco de Gallipoli, y que desde entonces se encontraban en Gibraltar. Estas barcazas tenían una eslora de 30 metros, estaban ligeramente blindadas, llevaban en la proa una rampa para facilitar el desembarco y su capacidad de transporte era de unos 300 hombres.
El batallón expedicionario de Infantería de Marina
En este famoso desembarco también participó un batallón expedicionario de Infantería de Marina, a pesar de que el Cuerpo, desde finales de 1913 se encontraba en un proceso de “Descomposición orgánica” tras la “Memoria relativa a los servicios del Ministerio de Marina” del ministro Amalio Gimeno. En ella se preparaba en cierto modo a la opinión pública sobre el más que presumible final del Cuerpo de Infantería de Marina, ya que en ella se decía que: «acordados para el año próximo la creación de un batallón de marinería para cada uno de nuestros apostaderos, cuyas fuerzas pudieran prestar el servicio encomendado hasta ahora a las de Infantería de Marina, y destinado ya uno de los regimientos de este Cuerpo a nuestra zona de influencia en África, es presumible que en breve sufrirá radical reforma». Además, en el “Reglamento de organización y distribución de fuerzas de la Armada” ya no se contaba tampoco con que se embarcaran guarniciones de Infantes de Marina en los nuevos buques de guerra, por lo que todo parecía indicar que también se daba finalizada su misión a bordo. Sólo había que esperar el momento en que se declararía su extinción.
Y así, el ministro de Marina Augusto Miranda, que sucedió a Amalio Gimeno el día 27 de octubre del año anterior, elevó el 29 de abril de 1914 un Proyecto de Ley para presentar a Las Cortes, donde se regulaban transitoriamente los servicios de la Infantería de Marina hasta su extinción. En este Proyecto se justificaba dicha extinción porque los desembarcos ya no se veían como una operación viable y en los buques ya no se daban las mismas condiciones que antiguamente para mantener Infantes de Marina embarcados (no era necesario mantener la disciplina a bordo porque la marinería ya era de otra condición a la de antes; no hacía falta personal especializado en el combate sobre cubierta, porque tanto el material como las tácticas de los combates navales habían cambiado; y sobre todo, porque en los buques modernos no quedaban espacios disponibles para alojarlos). Motivo por el cual, se veía completamente innecesario mantener, con las arcas del Estado, un Cuerpo con “horizontes tan limitados”. De esta manera, se planteaba la circunstancia de que tan sólo se encargaría de la defensa de las Bases y Arsenales, y que éso podría hacerse con tan sólo unos 600 hombres, proponiéndose el traspaso del grueso de la Infantería de Marina al Ejército, tal y como ya había hecho Francia con sus Troupes de Marine el 7 de julio de 1900, dejando tan sólo en su Marina a los Fusiliers Marins, como unidad de seguridad, y se mantenía el cierre de la Academia General Central del Cuartel de Batallones(13). Con respecto a los soldados de reemplazo, este proyecto indicaba que serían relevados por marinería seleccionada, instruida por los propios mandos del Cuerpo que aún quedasen en activo hasta su pase a la reserva.
Este proyecto de Ley fue autorizado por Alfonso XIII en el Real Decreto de 27 de mayo de 1914, siendo publicado en La Gaceta de Madrid el 9 de junio, si bien éste no llegó a llevarse completamente a cabo, sobre todo en lo que respectaba a la sustitución de la tropa por marinería, lo que no evitó que se quedase el Cuerpo muy preocupado por el momento de su disolución. En su artículo 1º se decía claramente: «Queda cerrado definitivamente el ingreso en el Cuerpo de Infantería de Marina. El Cuerpo actual de generales, jefes y oficiales, se extinguirá reorganizándose los servicios durante el periodo de extinción».
Pero mientras ésto no se producía, además de mantenerse los tres regimientos, uno en cada Departamento Marítimo, bastante disminuidos en entidad, también se mantuvo el regimiento expedicionario que desde 1912 estaba desplegado en el Norte de África. Regimiento con base en Larache que sería disuelto el 31 de agosto de 1922, siendo toda su tropa licenciada como reconocimiento a sus brillantes servicios y sus mandos distribuidos entre los otros tres regimientos de San Fernando, Ferrol y Cartagena.
El batallón expedicionario para Alhucemas quedó encuadrado en la Columna del coronel Vera de la brigada de Melilla del general Fernández Pérez. Este batallón se organizó en un primer momento en San Fernando el 23 de septiembre de 1924 y, debido a la falta de personal, tuvo que ser reforzado con unidades de los Departamentos Marítimos de Cartagena y Ferrol. Se componía de cuatro compañías de fusiles, una compañía de ametralladoras y una compañía de Plana Mayor y servicios. Su Fuerza efectiva fue de 786 hombres, 14 caballos y 77 mulos, según la plantilla publicada en el Diario Oficial de Marina número 220/1924, de 2 de octubre.
Pero el día 17 de diciembre, al estabilizarse la situación en África, se ordenó su disolución, pero no su desarticulación, ordenándose que su personal, material y armamento se quedara en el primer regimiento. Finalmente, el día 23 de abril de 1925 se dio la orden para proceder a su reorganización. El mando se le encomendó al teniente coronel José Aubarede Kierulf, siendo su segundo el comandante Carlos Morris Soriano(14).
Durante los días 28 y 29 de mayo se celebraron en San Fernando varios actos oficiales de despedida a sus componentes, y entre los múltiples detalles que se sucedieron, destacó la imposición a todos los Infantes de Marina de unos escapularios de la Virgen del Carmen, donados por las esposas de las autoridades del Departamento marítimo de Cádiz. Además, el día 30 todo el comercio de la ciudad cerró sus puertas para asistir al embarque en el buque Almirante Lobo, que zarparía rumbo a Melilla para incorporarse a la brigada al día siguiente.
Tras dos días de navegación, el 3 de junio el batallón Expedicionario llegó a Melilla, donde fue recibido por el general José Sanjurjo, Comandante General de esa plaza, y desde allí marcharon a pie al campamento de Dar Drius. Allí la instrucción fue dura e intensiva hasta mediados de agosto, trasladándose luego en ferrocarril al campamento general "Victoria Eugenia", donde prosiguieron realizando ejercicios tácticos específicos y prácticas de desembarco, junto a sus compañeros del Ejército. Tras realizar numerosas maniobras y prácticas de campaña regresaron el 22 de junio a Melilla, donde no abandonaron su constante programa de instrucción.
El día 4 de septiembre la brigada de Melilla recibió la orden de embarcar, y el batallón Expedicionario de Infantería de Marina lo hizo el día 5 en el transporte España nº 5.
Las fases de la Operación anfibia se decidieron que serían cuatro. La primera consistiría en demostraciones simultáneas frente a Uad-Lau y Sidi-Dris, protegidas por buques de guerra españoles y franceses. La segunda comprendería el desembarco de la brigada de Ceuta del general Saro para establecer un primer frente defensivo en la península de Morro Nuevo y a continuación, la brigada de Melilla del general Fernández Pérez desembarcaría en el lugar más adecuado, según aconsejara el desarrollo de los acontecimientos. La tercera fase consistiría en realizar las tareas necesarias para la reorganización de todas las unidades desembarcadas y ampliar la cabeza de playa, y la cuarta sería ejecutar un avance enérgico hacia el sur para ocupar todas las alturas, eliminar todas las resistencias enemigas y conquistar Axdir.
Según el planeamiento, las operaciones de desembarco se habían programado que comenzaran a las cuatro de la madrugada del día 7 de septiembre, pero a esa hora todavía la mayoría de los buques, y en consecuencia las barcazas tipo K que llevaban remolcadas, y que ya estaban cargadas de soldados, se encontraban lejos del punto adecuado por culpa del fuerte viento de levante. Por ese motivo, el general Primo de Rivera se vio obligado a retrasar 24 horas el inicio del desembarco. Aun así, tanto el bombardeo aéreo como el fuego naval comenzaron sobre las posiciones enemigas de la península de Morro Nuevo, corrigiéndose el tiro desde un globo cautivo amarrado(15) al acorazado Jaime I. Esta preparación artillera duró más de cuatro horas, batiéndose eficazmente todas las baterías y fortificaciones rifeñas.
Como al día siguiente de madrugada continuaban las fuertes corrientes, de nuevo Primo de Rivera retrasó el desembarco varias horas, para hacerlo mejor a la luz del día. Debido a los sucesivos cambios en la hora H, las tropas se llevaron más de cuarenta horas en las abarrotadas embarcaciones, con el desgaste que éso suponía.
Finalmente, a las once de la mañana del día 8, las primeras barcazas K se dirigieron hacia la playa de la Cebadilla, transportando a la primera ola de la brigada de Ceuta(16). A una milla de la costa se soltaron las amarras, y las embarcaciones empezaron a maniobrar por sus propios medios para acercarse a la costa bajo el fuego de las ametralladoras enemigas y un fuerte viento de levante, el cual hizo que por suerte las fuertes corrientes llevaran a las barcazas hacia poniente, hacia la playa de Ixdaín, evitando así un campo de minas que había justo delante de la otra playa.
El batallón de Infantería de Marina desembarcó el día 11 de septiembre (D+3), a media tarde, en vanguardia de la brigada de Melilla, en la playa de los Frailes, al norte de la punta de Morro Nuevo, ante una intensa resistencia enemiga debido a que esa tarde los Beni-Urriagel lanzaron un feroz contrataque con más de 1.500 hombres. Pero tras duros combates, el frente resistió y se pudieron mantener las posiciones alcanzadas.
Los días 12 y 13 de septiembre las 1ª y 2ª compañías del batallón, al mando del comandante Morris, reforzaron las guerrillas del Ejército que operaban en Morro Nuevo y prepararon una base de fuegos para apoyar el futuro avance de la columna Vera. Este día el batallón recibió su bautismo de fuego mientras apoyaba con la compañía de ametralladoras y una de fusiles la consolidación de la cabeza de playa, teniendo un muerto y varios heridos, mientras estaba aumentando el cerco enemigo y el número de cañones que bombardeaban las playas. Debido a las malas condiciones meteorológicas, el desembarco se tuvo que paralizar varios días lo que, sumado a los continuos ataques rifeños y a tener tantos efectivos concentrados, sin apenas suministros ni agua, en poco más de seis kilómetros cuadrados, representaron los momentos más críticos de toda la operación anfibia. El batallón expedicionario conseguiría volver a reagruparse el día 16.
Finalmente, el día 17 el temporal amainó un poco, y en cuanto la mar lo permitió, se continuó con el desembarco de los contingentes de tropas que aún quedaban a bordo. El día 22, con el puesto de mando del general Fernández Pérez por fin ya en tierra, se completó el desembarco de toda la brigada de Melilla y por la noche se dieron las órdenes oportunas para el comenzar el avance al día siguiente hacia las posiciones fortificadas enemigas.
El día 23 el batallón al completo participó en la toma de la península de Morro Nuevo, correspondiéndole la ocupación íntegra del monte Malmusí Alto, ante una lluvia de granadas rifeñas(17), adelantándose así el frente hasta el río Tisdit. El día 25 las 2ª y 3ª compañías realizaron trabajos de fortificación bajo fuego enemigo y el 27 se realizó la misma tarea con las 3ª y 4ª compañías.
Una vez asegurada la Cala del Quemado, y conquistado también el monte Malmusí Bajo, lo que hacía dominar los llamados Cuernos de Xauen, continuó un lento avance para limpiar las resistencias enemigas, hasta que el día 30 de septiembre se llegó hasta el río Isli, tomando la brigada Tara Mara, Buyibar y el monte Cónico, correspondiéndole a los Infantes de Marina la conquista de la Rocosa y del Cerro de las Palomas, donde se distinguieron brillantemente frente al enemigo. Hecho que les hizo acreedores de la felicitación del Mando a su bravura. Este avance resolvería definitivamente el problema de la escasez de agua, al encontrarse abundantes pozos en todo ese valle.
Comenzado el mes de octubre, apoyadas por el fuego naval y el de las baterías del Peñón de Alhucemas, las fuerzas de la brigada de Melilla que estaban junto al mar progresaron sin oposición hasta la desembocadura del río Iberloker, a poca distancia de Axdir, ocupando Adrar-Seddun. El día 2 de octubre la brigada de Ceuta conquistó el monte Amekrán y todas las baterías que tenían allí. Con la pérdida de todas estas posiciones, el enemigo en masa emprendió la huida hacia el sur, por lo que los españoles asaltaron con facilidad la capital rifeña, tomándose el Cuartel General de Abdelkrim, que huyó hacia Targuist. A partir del 3 de octubre, el batallón de Infantería de Marina quedó guarneciendo posiciones de la línea avanzada, sosteniendo fuego de cañón y fusilería con el enemigo en diferentes ocasiones, lo que le causó varios heridos.
El día 11 de octubre cesó en su cometido de dar seguridad a ese sector, pasando con su jefe al campamento general. Con la ocupación del monte Xixafen el día 13 de octubre (día D+35), se dio por concluida la operación, después de necesitarse algo más de cinco semanas para avanzar poco más de quince kilómetros desde las playas hasta Axdir. A partir de ahí comenzó el periodo de estabilización y el establecimiento de una base adecuada para lanzar el golpe definitivo a la rebeldía en todo el Protectorado. El 27 de este mismo mes el comandante Morris, sin cesar en sus funciones de 2º Jefe del batallón, fue designado para el mando de la Comandancia Militar y Jefatura de desembarcos, aparcamientos y transportes de la cala del Quemado, con atribuciones sobre la de la Cebadilla y demás playas, siguiendo en ese cometido durante todo el mes de noviembre.
Tras esta primera derrota de Abdelkrim, continuaron los combates contra los núcleos de resistencia rifeña mediante una maniobra combinada de tres esfuerzos: hacia el sur por las tropas participantes en este desembarco, hacia el oeste por otra unidad española de entidad similar que avanzaba por tierra desde Melilla y hacia el norte por una división de Infantería francesa que avanzaba desde su Protectorado. Finalmente, el líder rifeño Abdelkrim, viéndose ya en una posición muy debilitada, decidió entregarse a las tropas francesas antes de ser apresado por los españoles. Poco tiempo más tarde, sería deportado a una prisión de la isla francesa de La Reunión, cerca de Madagascar.
En total murieron tan sólo cuatro Infantes de Marina, siendo los dos primeros caídos el Padre Capellán del batallón José Álvarez Abad y el cabo Antonio Yunguet, y fueron heridos más de treinta, entre ellos el propio teniente coronel José Aubarede, jefe del batallón.
Tras el éxito de toda la operación, España pacificó todo el Protectorado de Marruecos y las Fuerzas Armadas españolas ganaron un gran prestigio internacional tras demostrarle al mundo la utilidad de este tipo de operaciones. De hecho, muchos de los conceptos que los norteamericanos plasmaron en su doctrina anfibia durante los años treinta, ya habían sido ejecutados con éxito en esta operación española, principalmente en el Tentative Manual of landing operations del US Marine Corps (1933) y en el Landing Operations Doctrine de la US Navy (1938). En toda la operación anfibia de la bahía de Alhucemas, se calculó que murieron un total de 361 militares españoles frente a más de 1.000 rifeños.
Con respecto a los medios de desembarco utilizados, cinco embarcaciones tipo K acabaron muy deterioradas, y la mayoría de las demás fueron dadas de baja durante los años siguientes, por lo que al final tan sólo ocho de ellas permanecieron adscritas al Arsenal de Cartagena(18).
Fue tal la satisfacción que en la población española en general provocó esta victoria en Alhucemas, que hasta en el Diario Oficial del Estado número 226 del 11 de octubre de 1925, se publicó la siguiente Disposición: «Deseando rendir público testimonio de admiración y cariño a las fuerzas de la Marina y el Ejército, que tan señalados y relevantes actos de heroísmo han realizado en la campaña de África, se hará hoy día festivo, engalanando con colgaduras los edificios públicos e iluminando sus fachadas durante tres días».
Después de que este batallón expedicionario de Infantería de Marina permaneciera casi dos meses más en la zona construyendo diversas fortificaciones en algunas posiciones del sector de Axdir, a principios del mes de diciembre recibió la orden de embarcar con destino a la Península. Y así, ante una gran multitud y con las autoridades civiles y militares gaditanas al frente, los Infantes de Marina llegaron el 15 de diciembre de 1925 al Arsenal de La Carraca. Cuatro días más tarde, el día 19 de diciembre, se decretó su disolución oficial. En la Real Orden de 17 de febrero de 1926 el propio rey Alfonso XIII les dio expresamente las gracias a todos los miembros del batallón expedicionario de Infantería de Marina por «su meritísima conducta y brillante actuación en la Campaña de Alhucemas». La intima satisfacción del deber cumplido.
En total, a los miembros del batallón se les concedieron cuatro Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo y una Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco. También cinco Medallas de sufrimientos por la Patria(19). Además a todo el personal del batallón expedicionario de Infantería de Marina se le concedió la Medalla de Marruecos.
Bibliografía:
- BOUARFA, Mohamed. Marruecos y España. El eterno problema. Algazara, 2002.
- CAMPELO GAÍNZA, Jesús. Desde 1537. HRM, 2017.
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- CERVERA PERY. La Marina en Marruecos. Revista General de Marina, 2000.
- GARCIA ARGÜELLES. 75 Aniversario de Alhucemas. Revista Ejército, 2000.
- GARCÍA, Dionisio. Alhucemas 75 años después. Revista General de Marina, 2000.
- GÓMEZ-JORDANA, Francisco. Nuestra actuación en Marruecos. Algazara, 2005.
- LÓPEZ RIENDA, Rafael. Del Uarga a Alhucemas. Calpe, 1925.
- NÚÑEZ CALVO, Jesús Narciso. Las Campañas de Marruecos. Almena, 2003.
- QUINTANA MARTÍNEZ, Eduardo. La Marina de Guerra en África, 1928.
- RIVAS FABAL, José Enrique. Historia de la Infantería de Marina Española, 1967.
- RUBIO, Plácido y LACALLE, Miguel. Alhucemas. Revista Soldiers, 2001.
- SÁNCHEZ MÉNDEZ. El Desembarco de Alhucemas. CESEDEN 47, 2001.
- SALAFRANCA, José. La República del Rif. Algazara, 2004.
- Revista Desperta Ferro nº 11, Extra, de septiembre de 2015.
- Diarios Oficiales de Marina de los años 1924, 1925, 1926 y 1927.
NOTAS:
(1) El Protectorado es una forma de gobierno donde un Estado extranjero protege la administración de otro, a cambio de que éste acepte algunas obligaciones de explotación de carácter colonial.
(2) Cabila es un término de origen árabe utilizado para designar a las tribus de bereberes del norte de África que en esos años ocupaban zonas independientes política y socialmente.
(3) También conocida como la “2ª Guerra de Marruecos”. Este conflicto se recrudecería todavía más en el mes de julio de 1921, cuando se declaró la guerra santa contra España, asesinándose en sólo una semana a cerca de nueve mil españoles en diversos puestos militares de la jurisdicción de Melilla. Fue lo que se
conoció como el Desastre de Annual.
(4) Pero como los rifeños no sabían con exactitud dónde podría producirse un desembarco español, en la
costa de Alhucemas tenían tan sólo unos 42 cañones.
(5) En el año 1924 se detectó un barco inglés que desembarcó 16.000 fusiles en la ciudad internacional de
Tánger, para vendérselos a los rifeños.
(6) Sus francotiradores, conocidos como “pacos” por el eco de sus fusiles en las barrancas, eran temidos y
tristemente famosos por todos los soldados españoles.
(7) Juez musulmán, que hace las resoluciones judiciales de acuerdo con la ley islámica (la Sharia).
(8) Como reacción a la situación política que se vivía en España en los años veinte, agravada todavía más
tras el Desastre de Annual, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de estado el 13 de septiembre
de 1923 apoyado por el propio rey Alfonso XIII, la Iglesia católica, las Fuerzas Armadas y diversos
industriales de ideas conservadoras. El general Primo de Rivera implantó un régimen dictatorial dirigido
por un Directorio Militar, concentrando en él todos los poderes del Estado.
(9) Después de los ataques a los cuarteles franceses de Beni Dercul y Bibane, donde murieron más de 5.000
franceses, Francia por fin se tomó en serio la amenaza rifeña, destituyendo a su Alto Comisario en el
Protectorado, el Mariscal Lyautey, para poner en su lugar al Mariscal Petain (héroe de la primera Guerra
Mundial) y acordando con España hacer una operación militar para pacificar todo el territorio.
(10) El mando de la fuerza de desembarco fue el general José Sanjurjo Sacanell. La brigada de CEUTA
estuvo al mando del general Saro Marín y su fuerza efectiva fue de 8.300 militares. Estaba dividida en tres
columnas. La primera la mandó el coronel Franco Bahamonde y estaba compuesta por una unidad de
carros de asalto Renault FT-17, cuatro tabores de regulares, la 6ª y la 7ª banderas del Tercio, los batallones
de cazadores de África 3 y 6, una batería de 75 mm, dos compañías de zapadores y un grupo de
ambulancias con 20 camilleros. La segunda columna estuvo al mando del coronel Martín González,
compuesta por dos tabores de regulares de Tetuán, el batallón de cazadores de África 5, una batería de
75 mm, dos compañías de zapadores, y un grupo de ambulancias con 20 camilleros. Y al mando de la
tercera estuvo el teniente coronel Campíns, compuesta por un tabor de regulares de Tetuán, el batallón
de cazadores de África 8, una batería de montaña de 105 mm y un grupo de ambulancias con 10
camilleros. Aparte, esta brigada tenía una Unidad de Cuartel General mandada por el teniente coronel
Santiago, que incluía el Harca de Solimán, equipos de comunicaciones eléctricas y ópticas, una estación
radiotelegráfica, un parque de obreros de Ingenieros, una compañía de Intendencia, un hospital de
campaña con 50 camilleros y las compañías del mar de Ceuta y Larache.
La brigada de MELILLA la mandó el general Fernández Pérez y su fuerza efectiva fue de 8.200 militares.
Esta brigada tuvo dos columnas. La primera mandada por el coronel Goded Llopis con cuatro tabores de
regulares de Melilla, la 2ª y 3ª banderas del Tercio, el batallón de cazadores de África 16, un batallón del
regimiento de Infantería de Melilla, un batallón de zapadores, dos baterías de 75 mm y un grupo de
ambulancia con 20 camilleros. La segunda columna estuvo al mando del coronel Vera y tenía dos tabores
de regulares de Melilla, el batallón expedicionario de Infantería de Marina, un batallón del regimiento de
Infantería de África 68, una batería de montaña de 105 mm, una sección de obreros de Ingenieros, una
sección de Transmisiones, una compañía de Intendencia, un grupo de ambulancia de montaña con 20
camilleros, un hospital móvil y la compañía del mar de Melilla.
(11) La fuerza naval estuvo formada por tres escuadras. La del vicealmirante Yolif Morgado (encargada de
batir por el fuego el sector central de la zona de objetivo anfibia) compuesta por los acorazados Jaime I y
Alfonso XIII, los cruceros Méndez Núñez y Blas de Lezo y los destructores Alsedo y Velasco. La del
contralmirante Guerra Goyena (encargada de batir el sector de poniente) compuesta por los cruceros
Reina Victoria Eugenia y Extremadura, los cañoneros Cánovas, Canalejas, Dato, Laya, Lauria y Recalde,
más cuatro torpederos, once guardacostas, siete guardapescas, el portahidroaviones Dédalo, los
transportes Almirante Lobo y Cíclope, los buques hospital Villarreal, Barceló y Andalucía, 26 barcazas tipo
K y dos buques aljibe. Y la de la Marina francesa del almirante Hallier (encargada de batir el sector de
levante) compuesta por el acorazado París, los cruceros Metz y Strasbourg, los destructores Annamite y
Tonkinois y los monitores Amiens y Reims. Aparte, también participó una flotilla de 23 buques mercantes
de Transmediterránea, fundamental para transportar el grueso de la fuerza de desembarco.
(12) La fuerza aérea estuvo al mando del general Soriano y se compuso de siete escuadrillas de Aviación
del Ejército formadas por aviones Breguet, Napier, Potez, Havilland Rolls, Bristol, Fokker y dos escuadrillas
de hidroaviones Dornier Wall y Saboia. Además, también participaron cuatro escuadrillas de hidroaviones
Macchi, Supermarine y Saboia de la Aeronáutica Naval, mandadas por el capitán de fragata Márquez, y
una escuadrilla de hidroaviones sanitarios Junkers de la Cruz Roja. Los franceses también colaboraron
con seis hidroaviones Farman Goliath procedentes de su base de Bizerta (Túnez).
(13) Clausurada por problemas presupuestarios en 1901.
(14) El resto del cuadro de mandos lo componían el comandante De la Huerta; los capitanes Ristori, Guijarro,
Galindo, Barrera, Pérez del Río y Arias Baltar; los tenientes Dueñas, Aguilera, Bohórquez, Pazos,
Ramonde, Layrana, García Gómez y Ortiz de Lejarazu; y los alféreces Carmona, Montero, Sánchez
Olivera, Espinosa de los Monteros, Gómez López, Moreno, Eirás, Castelló y Enrique Campelo Morón.
(15) Los globos cautivos se amarraban a algunos buques y se lanzaban al aire hasta coger la altura suficiente
para desde él, un observador poder tener mejor visualización de la zona elegida.
(16) La primera ola de desembarco la formaron la 6ª y la 7ª banderas de la Legión, cuatro tabores de
regulares indígenas de Tetuán y de Larache, y el batallón de Cazadores de África número 3.
(17) Según López Rienda en su obra Del Uarga a Alhucemas (1925), mientras el teniente coronel Aubarede
estaba arengando a las tropas antes de comenzar el ascenso al monte, le cayeron dos granadas muy
cerca (“a los pies”) las cuales, aunque causaron algunas bajas entre el batallón, estimuló aún más la moral
para el combate (“nadie se movió de su sitio hasta que el jefe terminó su arenga vitoreando a España”).
(18) Que luego serían utilizadas en la Guerra Civil, sobre todo en el intento de conquista de Mallorca de 1936
por los republicanos.
(19) Al teniente coronel Aubarede, al capitán Ambrosio Ristori y al teniente Emilio Pazos, más al capitán
médico Agustín Segovia que se le concedió una de cada. Las cinco Medallas fueron a los soldados Enrique
Vergara Vega, José Altos Llop, Hermenegildo Lázaro Sánchez, Juan Massip Billet y Juan Llurbe Roig.
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