LA INFANTERÍA DE MARINA EN LAS GUERRAS DE CUBA

       Artículo publicado en el Boletín de Infantería de Marina (BIM) nº 28 de junio de 2017

Cuando muchos de nosotros oímos hablar de la “guerra de Cuba” siempre nos trasladamos al año 1898, que fue cuando perdimos nuestros últimos territorios de ultramar ante esa potencia emergente que eran los EEUU de América. Pero realmente, “guerras de Cuba” como tal, hubo tres. Y las dos primeras con victoria española. Así participó la Infantería de Marina en ellas:

LA GUERRA DE LOS DIEZ AÑOS (1868-1878).
El 10 de octubre de 1868 se produjo en Cuba el levantamiento conocido como el “Grito de Yara”, donde el abogado Carlos Manuel de Céspedes leyó lo que se llamó el “Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba”, que incluía los fines de este movimiento revolucionario independentista, basado en la igualdad de todos los cubanos. Así se desencadenó la Primera Guerra de Cuba, también llamada la “Guerra de los Diez años”, cuya primera acción fue la toma de la ciudad de Bayamo por los insurgentes mambises, nombrada como capital de la llamada República en Armas.
Para sofocar esta rebelión, el Gobierno español envió una Fuerza de Operaciones al mando del general Valeriano Weyler, en la cual por parte de la Infantería de Marina fueron incluidos el Segundo Batallón del Primer Regimiento de San Fernando, el Primer Batallón del Tercer Regimiento de Cartagena y todo el Segundo Regimiento de Ferrol[1]. Además, también se creó el “Sexto Batallón de Infantería de Marina para Cuba”, al mando del teniente coronel Adolfo Colombo, que operó en el área de Cienfuegos, Jaguas y Villaclara, y que consiguió apresar al coronel insurrecto Isidro Fernández. 
Durante esta guerra, y debido a la naturaleza de aquellas tierras, en las Unidades expedicionarias de Infantería de Marina se vio la necesidad de crear lo que se llamó la Caballería de Marina, con guerrillas montadas que se empleaban para dar golpes de mano y proteger los flancos de las columnas durante los avances.
Dentro de esta primera guerra cubana, el día 2 de noviembre de 1873 el alférez Esteban Almeda resistió en el Fuerte de Guano, con tan sólo siete Infantes de Marina, el ataque de una numerosa partida de 800 mambises. El combate duró hasta las cuatro de la madrugada, retirándose el enemigo con muchas bajas. Por su pericia y valor, a este oficial se le ascendió a capitán.
Cuatro años más tarde, en 1877, el Inspector general del Cuerpo, mariscal de campo Don José María Montero y Subiela, creó otra nueva unidad denominada “Batallón de Infantería de Marina en Cuba”, al mando del teniente coronel Félix Angosto, que desembarcó en Cienfuegos y operó en las zonas de Encrucijada y Remedios.
Finalmente, el día 10 de febrero de 1878 se firmó la Paz de Zanjón, donde capitularon los mambises reconociendo al Gobierno español como la única autoridad en la isla.

LA GUERRA CHIQUITA (1879-1880).
Pero poco duró la paz en la isla, ya que en agosto de 1879 un nuevo grupo de independentistas cubanos, liderados en esta ocasión por el General Calixto García, volvió a alzarse en armas, reanudándose de nuevo las confrontaciones en una Segunda Guerra de Cuba, conocida en esta ocasión como la “Guerra chiquita”. Por parte del Cuerpo, para luchar en ella se enviaron dos Batallones Expedicionarios de Infantería de Marina, los cuales formaron la “Media Brigada de operaciones” del Coronel Sáez de Miera y combatieron en las zonas de Guantánamo y Matanzas, donde derrotaron a los cabecillas rebeldes Prado, Maceo y Duvergier.
El episodio más brillante se sucedió el día 29 de marzo de 1880, cuando la Columna de Infantería de Marina del capitán Puyou Dávila se enfrentó a varias fuerzas de insurrectos mambises en el paraje de Vegas Grandes. Tras ser herido de gravedad el capitán, se replegaron hasta el Alto de la Doncella, donde quedaron copados y sin agua. Al amanecer, tras rechazar un nuevo ataque, llegaron los refuerzos que pusieron en fuga a los atacantes. El capitán Puyou fue recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando porque, a pesar de estar con dos heridas muy graves, continuó dirigiendo briosamente la defensa, rechazando las peticiones de capitulación enemigas[2].
Después de que el Ejército español detuviera a los principales dirigentes, en septiembre de 1880 los independentistas depusieron las armas sin condiciones.

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1895-1898).
Quince años más tarde, el 24 de febrero de 1895, se inició en la isla un nuevo levantamiento, conocido como el “Grito de Oriente”, donde el escritor independentista José Martí consiguió que varios grupos rebeldes atacaran simultáneamente a las unidades españolas que guarnecían 35 localidades. Así comenzó la Tercera Guerra de Cuba, la cual se conoce como la “Guerra de la Independencia” por ser la que definitivamente la conseguiría.
Con motivo de esta nueva insurrección, el Gobierno español decidió el envío urgente de una Fuerza Expedicionaria de más de 13.000 Soldados, entre ellos cuatro Batallones de Infantería de Marina procedentes de todos los Departamentos. La primera unidad del Cuerpo que llegó a la isla fue el Segundo Batallón del Tercer Regimiento de Cartagena, al mando del teniente coronel Enrique Sicluna. Este Batallón tenía una fuerza efectiva de 929 hombres y combatió en la provincia de Oriente, justo donde se había producido la principal sublevación.
El día 5 de junio de 1895, más de 2.000 insurrectos mambises atacaron en la zona de Piedra Picada, junto al arroyo de Aguas Claras, a la patrulla de Infantería de Marina del sargento Miguel González, compuesta por un cabo y doce soldados. Esta patrulla, perteneciente a la Segunda Compañía del Segundo Batallón del Segundo Regimiento de Infantería de Marina de Ferrol, estaba vigilando la vía férrea entre Gibara y Holguín debido a su importancia logística. En un primer momento cayeron abatidos a tiros los soldados Carril y Feal, que fueron rematados por el enemigo a machetazos, y después el soldado Blanco, quien aunque presentaba heridas gravísimas, luego pudo ser rescatado con vida. Ante tal superioridad numérica del enemigo, los soldados Rama y Cancela se ofrecieron voluntarios para cubrir la retirada de sus compañeros, quedándose disparando desde la misma vía del tren. Cuando se les agotaron las municiones, y con una decena de cadáveres enemigos a su alrededor, sufrieron múltiples heridas de bala y machete que les ocasionaron la muerte. Su valerosa acción permitió que pudieran llegar refuerzos españoles antes de que se perdiera esta posición tan importante. Poco después, en ese mismo lugar se construyó un fuerte que llevaba el nombre de estos soldados. Igualmente se ordenó que ambos siempre figurasen en la nómina del Regimiento ferrolano y que se colocasen en todos los cuarteles del Cuerpo una lápida conmemorativa.
El 13 de septiembre de 1895, la Sección del teniente de Infantería de Marina Salas Arlandis fue atacada por más de 200 insurrectos mientras defendían El Vedado. Tras una carga a la bayoneta que hicieron los españoles, se consiguió poner en fuga al enemigo, a quien se le causó diez muertos y más de veinte heridos. El teniente fue recompensado con la Cruz de María Cristina.
Para complicar aún más la difícil situación, el día 15 de febrero de 1898 estalló el acorazado norteamericano USS Maine en el puerto de La Habana, muriendo 256 tripulantes. Con este pretexto EEUU se metió en esta guerra, a pesar de que las causas siempre estuvieron poco claras.[3]
Uno de los primeros combates contra los norteamericanos se produjo en Cárdenas, el 11 de mayo de 1898. Allí la Flota del comodoro Todd, compuesta por dos cruceros, un torpedero y un guardacostas, atacaron esta ciudad española del norte de la isla, donde tan sólo se encontraban la Compañía de Infantería de Marina del capitán Jorquera y dos cañoneras de la Armada. Tras un intenso bombardeo americano, las certeras descargas de los fusiles de los Infantes de Marina y el fuego de las dos cañoneras españolas, hábilmente escondidas entre las rocas de la bahía, provocaron que los norteamericanos sufrieran en pocos segundos cinco muertos y cuatro heridos, además de un grave incendio a bordo del “USS Winslow”. Ante tal reacción, el comodoro ordenó la retirada achacando su derrota a la existencia de numerosas baterías de costa camufladas, cuando lo cierto fue que allí no había ni un sólo cañón instalado.
Poco después EEUU envió a Santiago de Cuba a la potente Flota del almirante Sampson, compuesta por cuatro acorazados, cinco cruceros y un cañonero, para bloquear a la Escuadra de cuatro cruceros y dos destructores del almirante Cervera, cuyas dotaciones estaban colaborando con el Ejército de Tierra en defender la ciudad.
El día 1 de julio de 1898, mientras los más de 15.000 estadounidenses del V Cuerpo de Ejército del general Shafter se dirigían a tomar Santiago de Cuba, se produjo el valeroso contraataque español, en las Colinas de San Juan, de la Columna de desembarco del capitán de navío Bustamante, Jefe del Estado Mayor de Cervera. Esta Columna, formada en su mayoría por infantes de marina, consiguió frenar el aplastante avance enemigo, aunque durante el combate Bustamante fue acribillado a tiros junto a su corneta, el soldado de Infantería de Marina Verdú Aguilar, siendo ambos aclamados como héroes. Al día siguiente se ordenó que estas Compañías se replegaran de nuevo a sus buques, para prepararse para lo que ya se preveía inevitable: la salida a la mar de la Escuadra, obligados desde La Habana por el general Ramón Blanco, quien quería evitar que los buques fueran apresados por las fuerzas terrestres estadounidenses.
Y así, en la madrugada del 3 de julio de 1898, los barcos españoles comenzaron a salir del puerto de uno en uno y lo más pegado a la costa posible, para que cuando el buque fuera alcanzado, se pudiera salvar la mayor parte de su dotación. El primero fue el “Infanta María Teresa”, y justo detrás, por orden de tamaño, salieron el “Vizcaya”, el “Cristóbal Colón”, el “Oquendo”, el “Furor” y el “Plutón”, quedando todos encallados o hundidos tras ser cañoneados ferozmente por la impaciente Flota estadounidense.
En esta acción murieron 332 españoles y un sólo americano. También fueron hechos prisioneros 1.741 españoles, entre ellos el propio almirante, quienes fueron recluidos en los campos de concentración de Portsmouth y Annapolis. Con respecto a las bajas de los Infantes de Marina, se estimó que su porcentaje se elevó a un 22% del total, frente a un 15% del resto del personal de la Escuadra, debido principalmente a que los infantes de marina estaban destinados en las piezas de artillería, que fue donde se concentraron los fuegos del enemigo.
Con la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de 1898 terminó esta guerra, abandonando España sus demandas sobre Cuba, que declaró su independencia, y Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron oficialmente entregadas a los EEUU por 20 millones de dólares. En todos estos territorios, por parte española murieron 2 Generales, 581 Oficiales y 55.078 miembros de las clases de Suboficiales y Tropa, si bien la mayoría sucumbió a causa de diversas enfermedades tropicales. Este hecho se consideró el punto final del Imperio Español y el principio del periodo de poder colonial de los EEUU.



[1] A los pocos meses, tanto el Batallón de San Fernando como el de Cartagena, fueron repatriados a España para luchar en la nueva Guerra Carlista que acababa de estallar, permaneciendo en Cuba el Regimiento de Ferrol durante los diez años de guerra.

[2] Aprovecho aquí para comentar un importante error en el apellido de este laureado, al cual se le ha venido llamando desde entonces “Puyón” en lugar de Puyou, debido a una mala lectura de su apellido por la complicada caligrafía de la época, figurando así mal escrito tanto en una lápida de la Escuela Naval, como en una placa en la entrada del comedor de la EIMGAF.

[3] Hace poco se demostró que fue una explosión interior, por lo que carecen de argumento las acusaciones de que fuera un atentado español.

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