EL FUTURO DE LA OTAN TRAS LOS ÚLTIMOS CAMBIOS SUFRIDOS EN TURQUIA

      Monografía publicada en los documentos de la Escuela de Guerra Naval del mes de septiembre de 2017


SUMARIO

Tal y como se encuentra la situación hoy en día en los territorios de Oriente Próximo, es preocupante la deriva hacia el extremismo que Turquía, uno de los primeros socios de la OTAN, está tomando. Ante ésto, la OTAN debe tomar medidas y decidir si a la Alianza le sigue interesando su permanencia.


 

INTRODUCCIÓN

Turquía es un estratégico país euroasiático que siempre ha sido escenario de frecuentes conflictos debido a su situación geográfica entre Europa y Asia. Desde febrero de 1952 es miembro de la OTAN, siendo hoy la frontera con el expansionismo islamista. Está constituido como estado laico, cuyos máximos defensores fueron siempre sus Fuerzas Armadas.

La llegada al poder en 2003 de Tayyip Erdogan, con su carácter autoritario e ideología islámica,  gracias a la importante masa de población que le apoya incondicionalmente, lo ha convertido en el primer estado conflictivo de la OTAN, cuyas crudas tensiones internas se materializaron en el golpe de estado que se produjo en el verano de 2016, y su posterior campaña represiva.

Desde entonces, y sumando las diferencias con Rusia, agravadas tras el derribo de un avión ruso, Estados Unidos mira con inquietud a esa parte del mundo, aunque procurando no implicarse demasiado, lo que provoca un frágil equilibrio que podría afectar al futuro de la OTAN.

La Alianza debería replantearse la necesidad de seguir teniéndolo como socio, advirtiéndole las consecuencias que puede acarrear este cambio de postura. Y caso de que el Gobierno turco se reafirmara en alinearse con los enemigos de la civilización occidental, debería ser invitado a abandonar la Organización, lo cual obligaría una revisión tanto de sus objetivos, como de sus misiones y escenarios.

HIPÓTESIS

El problema a estudiar es la deriva de Turquía hacia el Islam, y las soluciones planteadas son que vuelva a ser un país acorde a las ideas democráticas occidentales, o bien que abandone la Organización militar, donde precisamente uno de sus objetivos es la defensa ante la agresiva expansión yihadista.



FACTORES A ANALIZAR:

- Creciente deriva hacia el Islam de la nación turca y su influencia en la política y la economía.

- La actitud turca con la OTAN y EEUU tras el fallido golpe de estado, así como la   influencia en el problema turco de las relaciones diplomáticas con Rusia.

- La influencia de la problemática kurda y de las guerras en Siria e Irak.

- Actitud de la Unión Europea ante el drama migratorio actual en la zona.


ANÁLISIS DE LOS FACTORES

- Creciente deriva hacia el Islam y su influencia en la política y la economía

  Desde que Erdogan llegara al poder en el año 2003, como Primer Ministro, Turquía ha experimentado un llamativo cambio en sus instituciones, acrecentándose notablemente en todas ellas su poder populista y extremista, tanto en lo social como en lo religioso, concretándose en una más que evidente deriva hacia el Islam, a pesar del laicismo del que siempre hizo gala este país.

También se ha ido reduciendo considerablemente el poder de los militares que, desde la fundación del nuevo Estado Turco en 1923 por Mustafá Kemal Ataturk, éstos ostentaban como garantía de la defensa de una república laica e igualitaria, corriente conocida como el “kemalismo”, lo que lógicamente indignó a aquellos oficiales del ejército que, con el objetivo de reconducir al país a sus ideales iniciales, intentarían sin éxito su derrocamiento.

Tras lo visto durante el fracasado golpe de Estado que sufrió Erdogan en la noche del 15 de julio de 2016, donde gran parte de la población salió a la calle para oponerse al levantamiento de algunos militares, se podría determinar que los turcos han decidido que prefieren tener un gobierno elegido democráticamente, a pesar de sus actitudes y defectos, a una dictadura militar.

Desde ese momento Erdogan tenía la opción de reprimir duramente a los golpistas, remarcando su estilo autoritario, o bien suavizar éste y consolidar el Estado de derecho. Lamentablemente optó por lo primero, avivándose aún más las críticas contra su gobierno, lo que ha empeorado su actual política interna, a pesar de estar ahora más fortalecido que nunca.

De hecho, Amnistía Internacional y otros organismos internacionales, cifran esta represión en 130.000 despedidos de la Administración o de las Fuerzas Armadas, y en más de 45.000 encarcelados, acusados de estar involucrados en el golpe, quienes además estarían sometidos a torturas y otras violaciones de los Derechos Humanos. Una depuración de las Instituciones turcas en toda regla.

Para complicar más la situación política, en el referéndum celebrado el pasado 16 de abril, Erdogan consiguió que una pequeña mayoría de los electores le permitiese convertirse en la única cabeza visible de la nación, tras eliminar el cargo de Primer Ministro y servir él mismo como jefe del Ejecutivo y jefe del Estado, con total autoridad para nombrar a los ministros y magistrados sin la aprobación del Parlamento. El nuevo Sultán ahora es todavía más poderoso.

Y en el apartado económico no deja de ser llamativo que, desde el mes de marzo de 2016, la moneda turca haya sufrido una caída del 22% en comparación con el dólar, lo que ha ocasionado efectos adversos en sus sectores financieros y empresariales, estimándose que al menos 600 empresas con rentas de alrededor de 10 billones de dólares, han sido confiscadas por el gobierno, generando una importante quiebra económica. Si a ésto se les unen las pérdidas millonarias que está soportando el sector turismo en este país, debido a la inseguridad provocada tras los actos terroristas, se puede hablar que Turquía entrará en bancarrota en un futuro bastante cercano.

- La actitud turca con la OTAN, EEUU y Rusia

Tras ese fallido golpe de estado de 2016, como principal línea de investigación se acusó claramente como incitador del mismo al imán Fethullah Gulen, residente en EEUU. Tras ser negada la extradición de Gulen, por no presentarse pruebas que realmente lo incriminaran, la relación de Turquía con la administración Obama entró en una grave crisis, fomentada desde Ankara con duros discursos antiamericanos, lo que afectó por supuesto también a las relaciones con el resto de la OTAN. El punto más álgido de esta confrontación se dio cuando, tras una encuesta popular realizada en noviembre de 2016, el 79% respondió que ellos creían que EEUU estaba detrás del golpe. Una grave acusación que, sumada a los cada vez más frecuentes acercamientos con Rusia, no hace sino empeorar aún más su pertenencia en la Alianza del Atlántico Norte. No en vano, la primera reunión que tuvo Erdogan tras el fallido golpe de estado, fue con el presidente ruso Vladimir Putin, apenas unos veinte días más tarde. En ella trataron de reconstruir sus deterioradas relaciones tras el derribo del caza ruso por parte de la artillería turca y de las acusaciones de que Turquía apoyaba al Estado Islámico. Esta reunión lógicamente estuvo motivada por la necesidad del gobierno turco de encontrar un aliado a sus nuevas políticas, tras el notable deterioro de sus relaciones tanto con EEUU como con la Unión Europea, a pesar de que estos dos países tienen un largo historial de desencuentros.

Aparentemente este nuevo acercamiento dio sus frutos, ya que aparte de la colaboración de ambos ejércitos en la guerra de Siria, también es conocido que una compañía de capital ruso está construyendo la que sería la primera planta de energía nuclear en Turquía, a cambio supuestamente de un mayor suministro de gas natural y la compra de misiles antiaéreos S-400, lo que ocasionaría otro conflicto con sus aliados de la OTAN. Alianza que por su parte, hoy en día es evidente que necesita la normal participación del socio turco como garante de la impermeabilidad de esa frontera sur, pues no en vano aun siguen desplegadas en aquella zona fuerzas OTAN para prevenir cualquier ataque.

- La influencia de la problemática kurda y de las guerras en Siria e Irak

Ante estos problemas, Turquía está demostrando una doble manera de proceder, lo cual debe inquietar a la OTAN, por su indefinición a la hora de afrontarlos.

El Gobierno turco, aprovechando el estado de emergencia que se impuso tras el fallido golpe de estado, y siguiendo la segunda línea de investigación de sus causas, donde se acusaba como incitadores del mismo a diversos líderes kurdos[1], docenas de alcaldes de esta minoría fueron sustituidos por personas afines a Erdogan. Además, en noviembre de 2016, fueron encarcelados una decena de parlamentarios del Partido Democrático de los pueblos (HDP), por su supuesto apoyo al Partido de los trabajadores del Kurdistán (PKK).

De esta manera Erdogan pretende limitar al máximo la presencia de sus eternos enemigos kurdos en las Instituciones, y de paso debilitar, tanto el resurgimiento de su nacionalismo, como las simpatías de EEUU y la Unión Europea por este pueblo que la victoriosa participación de sus milicias en la guerra contra el Estado Islámico está ocasionando, y que acarrearía, en un corto espacio de tiempo, un nuevo grave problema que atentaría contra la soberanía de la nación turca.

Por otra parte, Después de que en marzo de 2011 la primavera árabe irrumpiera también en Siria, donde ya existía un difícil equilibrio entre la minoría chiíta del gobierno y la gran mayoría sunita de su población, se desencadenó la guerra civil.

El apoyo por una parte, a las milicias rebeldes sirias por las monarquías del Golfo pérsico, Turquía y EEUU[2], y el apoyo al régimen de Bashar Al Asad por Irán, Hezbolá y Rusia[3] por otra, ha provocado que esta guerra se haya prolongado demasiado tiempo ante la falta de acuerdos, y que, como más directa consecuencia, precisamente se haya favorecido el auge en la zona del radicalismo islamista, siendo muchos los que abrazan las consignas del autodenominado Estado Islámico, el cual, aunque había nacido en Irak, en el seno de Al Qaeda tras la muerte de Al Zarqawi, apareció con fuerza en Siria tras conquistar las ciudades de Raqa y Deir Ezor.

En lo que respecta a Turquía, su ejército hoy en día combate por igual contra el Estado Islámico y las milicias kurdas, las cuales, al ser apoyadas por EEUU, generaron un nuevo conflicto diplomático, con lo que se aumentó la brecha entre ambos países. Tras criticar duramente estos apoyos norteamericanos, y después de ver que el gobierno de Al Asad era fortalecido por el creciente apoyo tanto de Irán como de Rusia, Turquía comenzó a cambiar su postura en esta guerra, comenzando un tímido acercamiento diplomático con los aliados del gobierno sirio, con la intención de conseguir, poco a poco, una mayor libertad de acción en los territorios más cercanos a su frontera, interviniendo de esa manera abiertamente también en este conflicto, para así reducir las amenazas yihadistas y kurdas.

Esta intervención turca en la guerra comenzó con la conquista a principios de 2016 de la ciudad siria de Al Bab, con la intención de evitar que las tropas sirias y kurdas pudieran llegar a la cercana ciudad de Raqa, y que ocasionó que Moscú también decidiera basar su estrategia en la colaboración con Turquía para hacer frente a sus enemigos comunes: los kurdos y el yihadismo sunita, aunque así ahora ya Turquía estuviese apoyando indirectamente al régimen de Bashar Al Asad.

Los mayores éxitos de esta colaboración, donde el entendimiento ruso con Turquía fue fundamental, fueron la recuperación en marzo de 2016 de la ciudad de Palmira apoyando al ejército sirio, y la conquista de la ciudad de Alepo en diciembre, dentro de la operación “Escudo del Eufrates” que lanzó Turquía para establecer una cuña entre los dos territorios del norte de Siria dominados por los kurdos y asegurar así sus fronteras.

Si se cumple la estimación de que a finales del año 2017 el Estado Islámico habrá sido derrotado, es prácticamente seguro que las tribus suníes y las milicias kurdas comenzarán a reclamar sus respectivas aspiraciones, motivadas además por las amplias extensiones de terreno que para entonces estarán ocupando y su importante contribución en la victoria, desencadenándose nuevas tensiones tras la completa oposición a ésto de Turquía, quien además por su parte procurará también recibir importantes concesiones territoriales para debilitar a los kurdos, bajo la amenaza de que si no es así, se entrará en una nueva escalada de conflictos en esa zona de Oriente Medio.

Además, ante la necesidad de Erdogan de desmarcarse internacionalmente de las acusaciones del posible apoyo a los islamistas, en octubre de 2016 su gobierno también decidió participar con más de 2.000 soldados en la operación para asaltar Mosul, principal bastión del Estado Islámico en Irak por ser donde se proclamó el califato y cuya conquista es fundamental para destruir a esta organización[4].

- Actitud de la Unión Europea ante el drama migratorio actual en la zona

En el apartado de la inmigración, según los últimos datos se puede determinar que, desde que estalló la guerra civil en Siria en 2011, más de tres millones de personas han cruzado la frontera turca. Como la intención de todos estos refugiados no es quedarse allí, sino continuar su éxodo hasta los países del norte de Europa, el gobierno turco ha aprovechado este drama migratorio para utilizarlo como arma y excusa para conseguir diversos fines, sobre todo con la UE.

Este chantaje turco utilizando la inmigración, es uno de los mayores problemas con los que se enfrenta hoy en día la Unión Europea, pues pone a prueba el talante progresista que sus Instituciones siempre pretenden llevar en lo que respecta a los Derechos Humanos. Además, a ésto hay que añadir tanto sus frecuentes críticas a las naciones europeas, como que el resultado del referéndum de abril ha ocasionado que Turquía se aparte de la senda marcada por la UE, pues atenta contra el respeto a los valores democráticos que el Consejo exige a sus miembros, con lo que su esperado ingreso ahora parece que está más lejos que nunca. Con todo ésto, cada vez parece más evidente que es el propio Erdogan el que está provocando que Bruselas rompa de una vez las negociaciones para el ingreso de Turquía en la Unión, y de esa manera la opinión pública cargaría contra Europa y no contra su gobierno.

Aun así, la Unión Europea está manteniendo una más que prudente posición, procurando no significarse demasiado en este asunto para que los turcos continúen frenando, aunque como se ve, no demasiado, la creciente ola migratoria que se cierne sobre nuestras fronteras y que nos llevaría, más tarde o más temprano, al colapso absoluto de nuestras Instituciones, a la vez que poco a poco se vayan paralizando las negociaciones para el ingreso en la UE de Turquía, tal y como ocurrió en el mes de noviembre pasado, cuando el Parlamento Europeo aprobó por abrumadora mayoría, y por motivos obvios, la suspensión temporal de las mismas. La candidatura turca de adhesión está condenada al fracaso.

 

VENTAJAS Y DESVENTAJAS

 VENTAJAS DE LA SALIDA DE TURQUÍA DE LA OTAN:

            - Se evitaría tener un país “poco claro” en la Alianza.

- La Unión Europea vería todavía más evidente su no ingreso.

DESVENTAJAS DE LA SALIDA DE TURQUÍA DE LA OTAN:

- Se perdería esa frontera tan importante ante el yihadismo y la inmigración.

- Se perderían las segundas Fuerzas Armadas más numerosas de la OTAN.

- Habría que modificar el escudo antimisiles y el Cuartel General del Mando Terrestre de la OTAN situado en Izmir.

- Turquía podría constituirse como un posible nuevo socio de Rusia, y quizás también de Irán, con todo lo que eso implicaría.

 

CONCLUSIONES Y PROPUESTAS.

En vista de todo lo anteriormente expuesto, y tras apreciarse el claro alejamiento del mundo occidental que está acometiendo Turquía, a la OTAN, y por ende a la Unión Europea, realmente no les queda otro camino que el de la ejecución de una meticulosa diplomacia que sea capaz de conseguir:

- El regreso pacífico a la senda democrática de la nación turca.

- El mantenimiento de los ideales laicos e igualitarios que instauró su fundador.

- El abandono de las corrientes extremistas, sobre todo las de corte islámico.

- La vuelta a estrechar lazos de cooperación con EEUU y la Alianza Atlántica.

Si finalmente no se consiguieran estos puntos, a la OTAN no le quedaría más remedio que provocar la salida de este incómodo socio de la Alianza, aun a pesar de perder un miembro tan poderoso y con una situación tan estratégica. Para contrarrestar esta pérdida, habría que plantearse sustituir este país por otros que ejercen cometidos similares en la lucha contra el yihadismo y la inmigración[5], tales como Marruecos, Australia, Japón o Israel, con quien actualmente mantiene buenas relaciones; fortalecer y asegurar las fronteras balcánicas de los países de la OTAN presentes en esa zona (Hungría, Bulgaria, Rumanía, Croacia y Albania), así como mejorar sus relaciones diplomáticas y militares con Rusia y China, ya que, con la unión de todos estos potentes Estados, se conseguiría hacer un importante frente común contra las violentas amenazas procedentes del mundo islámico.

BIBLIOGRAFÍA.

- AMIRAH FERNÁNDEZ, Haizam. Turquía: ¿Oportunidad tras el abismo?. Real Instituto Elcano, 18 de julio de 2016.

- ANDROMIDAS, Dean. Turkey: NATO’s First Rogue State. Revista Executive Intelligence Review (EIR), 22 de enero de 2016.

- BIOSCA AZCOITI, Javier. Golpe en Turquía: “regalo de Dios” y órdago de Erdogan en política exterior. Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 3 de noviembre de 2016.

- FERNÁNDEZ CADAVID, José Luis. La crisis de migrantes y la UE: Turquía, el eterno candidato, ¿problema o solución?. Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 19 de mayo de 2016.

- MANSOUR, Renad. The New Sultan: Erdogan’s Consolidation of Power in Turkey. Cambridge Security Initiative (CSI), 1 de agosto de 2016.

- MILOSEVICH, Mira. La finalidad estratégica de Rusia en Siria y las perspectivas de cumplimiento del acuerdo de Astaná. Real Instituto Elcano, 23 de mayo de 2017.

- PARDO DE SANTAYANA, José. Rusia y EEUU en el laberinto de Oriente Medio. Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), 7 de junio de 2017.

- PÉREZ FERNÁNDEZ, David. El problema kurdo en Turquía: una cuestión de permanente actualidad. Universidad de Valladolid, 1 de marzo de 2007.

- WEITZ, Richard. Turkey,s new regional security role: implications for the US. Strategic Studies Institute (SSI), 1 de septiembre de 2014.

- ZANOTTI, Jim. Turkey: Background and U.S. Relations In Brief. Congressional Research Service, 17 de marzo de 2017.



[1]                Los kurdos pertenecen a una serie de tribus originarias del Kurdistán, en su mayoría musulmanes sunitas, que se encuentran repartidos entre el sureste de Turquía, el norte de Siria e Irak y el este de Irán. De un total de población de unos 55 millones de kurdos, se estima que sólo en Turquía hay cerca de 24 millones. Por tanto, es la minoría étnica más grande de Oriente Próximo que no está establecida como Estado independiente, a pesar de que así hubiera quedado establecido tras la Primera Guerra Mundial en el Tratado de Sèvres, donde las potencias aliadas se repartieron los territorios que hasta entonces dominaba el Imperio Otomano. Este Tratado a día de hoy aún no ha sido ratificado, lo que ha provocado que, desde entonces, exista una feroz insurrección independentista, protagonista de múltiples acciones de terrorismo, y que en consecuencia, este pueblo haya sido perseguido y combatido por todas las naciones donde se encuentra asentado, principalmente por las de Turquía e Irak.

[2]              Supuestamente EEUU ya habría enviado más de 6 millones de dólares para armar a estar milicias.

[3]              Con la excusa de frenar el yihadismo en aquel territorio antes de que llegue a sus fronteras.

[4]              Ante ésto, las quejas del primer Ministro iraquí Al Abadi por este despliegue turco en su territorio no se hicieron esperar, ya que esta operación está bajo el mando exclusivo de Irak, recordando que todos sus vecinos tienen que respetar su soberanía e integridad territorial y la composición de las fuerzas involucradas en la operación es decisión suya. Cosa que no convenció a Erdogan ya que él insiste en su idea de que nadie le puede impedir participar en esos combates contra el terrorismo, aunque sean en suelo iraquí y se les considere “fuerzas de ocupación”. De hecho, aviones turcos han participado en los ataques aéreos de esta operación, que aún sigue en curso, y sus tropas siguen en el terreno.

[5]              De esta manera se pasaría de ser exclusivamente “del Atlántico Norte” a ser ya una organización más global. Nada descabellado teniendo en cuenta la cada vez más evidente globalización de nuestro planeta y que la amenaza yihadista no conoce de fronteras y naciones, sino que ataca a todos por igual cuando no son islamistas extremos como ellos.


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