LA OPERACIÓN ANFIBIA II. ¡DESEMBARQUEN!
Artículo publicado en la revista EJÉRCITOS de marzo de 2018
Ésta
sería la orden que el Comandante de la Fuerza Anfibia Operativa (CFAO) le daría
al Comandante de la Fuerza de Desembarco (CFD) para que diera comienzo la
última fase de una Operación Anfibia, la denominada “Acción”.
Antes
de llegar a este momento crucial, lógicamente se habrían completado otras dos
fases anteriores de este tipo de Operación militar: el “Embarque” y el
“Movimiento hacia la zona objetivo”, siendo la primera de ellas una de las más
complejas por su meticulosidad e importancia, ya que es donde la Fuerza de
Desembarco (FD) con sus materiales, equipo, armamento y aprovisionamientos,
embarcan a bordo de los buques.
En
ella cobra mucha importancia la figura de la unidad temporal conocida como “Trozo
Avanzado”. Esta unidad, cuya configuración dependerá de las características de cada
buque y de la entidad de las fuerzas a embarcar, está compuesta por
suboficiales, cabos 1º y tropa con dedicación plena al cometido de alojar a las
tropas, de arranchar su armamento, municiones y equipos, y de cubrir los
servicios propios que afecten a la FD, tales como lavandería, comedor, cocina,
etc., por lo que deberían provenir de unidades ajenas a la Fuerza de Desembarco
en sí. Su responsable directo será el Oficial de Embarque, que es el encargado
de la ejecución del mismo, con arreglo al Plan que previamente estudió, preparó
y presentó al comandante del buque, al CFD y al CFAO para su aprobación.
Una
vez todo está embarcado y se sale a la mar, en cada buque las unidades de la FD
seguirán un rígido cuadro de actividades, con la intención de que, aparte de
que no se pierda ni el adiestramiento ni la forma física, se preparen las
unidades para la acción. En este cuadro se incluirán prácticas deportivas y de
defensa personal, conferencias relacionadas con la misión y con el buque,
ejercicios de tiro, labores de mantenimiento de vehículos y armamento, tareas
de planeamiento de las operaciones, pruebas de comunicaciones y teóricas de
primeros auxilios.
Pero
como decíamos, nos encontramos en los momentos previos a un desembarco, con
todas las unidades de superficie ya localizadas dentro del escalón de mar de la
ZOA (zona de objetivo anfibio), y comenzando el traslado de los Equipos de
embarcación desde sus alojamientos en el buque, a sus respectivas Estaciones de
transbordo. O dicho de otro modo, el momento en el que el conjunto de tropas,
con sus aprovisionamientos y equipo, embarcan en el medio con el que realizarán
el Movimiento Buque Costa (MBC).
En
España, actualmente los medios para realizar este MBC son las embarcaciones
neumáticas Zodiac 470, las semirrígidas Duarry “Supercat”, los vehículos
anfibios “AAV”, las lanchas de desembarco “LCM 1-E” y por supuesto los
helicópteros.
Para
transbordar a cada uno de ellos, ya sea desde los Buques de Asalto Anfibio L-51 Galicia, el L-52 Castilla, o desde el L-61
Juan Carlos I, se usan las “playas” de los diques interiores de los buques
o las cubiertas de vuelo. Hoy en día estas operaciones de transbordo a los
diferentes medios de desembarco son relativamente sencillas, pero no siempre
fue así…
Un pequeño repaso por la historia:
La
Infantería de Marina española, desde sus inicios, realizaba la proyección del poder
naval sobre una costa enemiga utilizando una serie de botes a remo, pertenecientes
a las galeras, galeones, navíos o fragatas desde los que desembarcara, y a
ellos se transbordaba por unas escalas de cuerda y madera.
Y así
fue hasta que, en plena campaña de Ifni-Sahara, durante el mes de enero de
1958, Francia “cediera”, por tan sólo tres meses, el buque de desembarco Odet (ex USS-LST815, participante en Okinawa en 1945 y en Indochina en
1955). De esa forma, comenzaron en España las operaciones anfibias tal y como
las conocemos ahora.
La
experiencia con este barco francés, donde se ejecutaban los procedimientos de
transbordo más actuales en ese momento, y la necesidad de tener una capacidad
anfibia propia, motivó que gracias a los acuerdos del “Programa de Asistencia
Mutua con los EEUU”, se fuera creando una verdadera Fuerza Anfibia española, adquiriéndose,
sucesivamente, los buques TA-11 Aragón,
TA-21 Castilla, L-31 Galicia, L-11 Velasco,
L-12 Martín Álvarez y L-13 Conde de Venadito (ex USS-Noble, USS-Archenar, USS-San Marcos,
USS-Terrebone Parish, USS-Wexford County y USS-Tom Green County). Los tres primeros
también veteranos del Pacífico y Corea, y entre todos capaces de embarcar a más
de tres mil infantes de marina y cerca de cien vehículos de combate.
Tras
unos excepcionales resultados, incluyendo la participación de algunos de estos
buques en los conflictos de Guinea Ecuatorial y El Sáhara, a principios de los
años ochenta, las duras condiciones climatológicas, los continuados ejercicios
y el desgaste de la mar, obligaron a que comenzaran a ser sustituidos. Así
fueron llegando el L-21 Castilla, el L-22 Aragón (ex USS-Paul Revere y USS-Francis
Marion) y a principios de los años noventa, el L-41 Hernán Cortés y el L-42
Pizarro (ex USS-Barnstable County y
USS-Harlan County).
Bueno,
pues prácticamente en todos estos buques anfibios que hemos recordado, excepto los que específicamente eran para desembarcar vehículos, la forma
de transbordar era la misma: reunir a las tropas en un sector de la cubierta y,
a la orden, comenzar a descender por las redes de costado, en grupos de cuatro
y todos a la vez, hasta las lanchas de desembarco que previamente habían sido
abarloadas. Estas secciones en cubierta se conocían como “Estaciones de transbordo”
y estaban rotuladas de proa a popa de la misma manera: roja 1, roja 2, blanca 3,
blanca 4, azul 5, azul 6, amarillo 7, amarillo 8, verde 9, verde 10, negra 11 y
negra 12 (impares a estribor y pares a babor).
Ésta era
una maniobra complicada y peligrosa, sobre todo con mala mar, y por ello era
ensayada todas las semanas en los acuartelamientos (“hacer redes” era una
actividad que sólo los que sirvieron en aquellos años en el Cuerpo, saben todo
lo que significa). Pero en la actualidad, como ya hemos dicho, esta operación
es mucho menos arriesgada y dificultosa al hacerse a través de las “playas” de
los diques.
¿Pero cómo se vive un desembarco desde
dentro?
Imagínate
por un momento que eres un fusilero de una de las compañías pertenecientes a un
Batallón Reforzado de Desembarco (BRD), embarcado en uno de los buques de la
Armada tipo “Galicia”. Son las tres
de la madrugada del “día D” y tu compañero acaba de despertarte. Lo primero que
ves desde tu estrecha litera son siluetas oscuras moviéndose a través de luces
rojas, hasta que alguien por fin enciende las luces del sollado en el que estáis
alojados todos los cabos y soldados de tu sección.
En
total sois 29, contando con el enlace radio del jefe de sección, pero sin
contar con las dos chicas, que están en el sollado femenino. Menos mal que os
metieron en uno de los sollados más grandes del barco, de 36 camas. Los mandos
(el teniente, el sargento y los dos cabos 1º) también están alojados en sitios
diferentes, aunque dentro de nada, dentro de demasiado poco tiempo, os veréis
todos en el comedor, ya que allí fue donde el teniente os dijo anoche, durante
la emisión de la Orden de Operaciones, que sería el lugar donde agruparos y dar
novedades por pelotones. Él lo llamó la “zona de reunión”.
Aún no
has terminado de atarte las botas y ya está el cabo recordando, a voz en grito,
que después de un afeitado rápido, no os olvidéis de pintaros de camuflaje.
Pero de pintaros bien, nada de dejarse las orejas o las manos (aunque llevéis
puestos los guantes de protección).
Una
vez todos los del sollado estáis preparados, ya con el casco en la cabeza, el
chaleco salvavidas y el chaleco táctico puestos, y la mochila grande a la
espalda (“la mochila logística” o “el equipo bravo” lo llamáis vosotros),
formáis en fila de a uno. Delante van el enlace radio y los del primer pelotón,
luego los del segundo y atrás los del tercero. La verdad es que te quedas
alucinado de qué rápido, a pesar de estar aún medio adormilado, eres capaz de
estar listo para el combate, nunca mejor dicho.
Tal y
como estaba previsto, tanto por la megafonía, como por la televisión del
sollado, anuncian que os tenéis que ir ya para la zona de reunión.
En ese
momento entra uno de los dos cabos 1º de la sección, jefe de uno de los
pelotones (el sargento, aparte de ser segundo jefe de sección, manda también el
primer pelotón), os pregunta si estáis listos y le contestáis con un “¡¡Sí, mi
primero!!”. Señal de que ya comienza el “cotarro”. Empezáis a salir uno a uno
por la puerta, y tras quitar el Cabo más antiguo el candado y la cadena del
armero, cada uno coge su arma y comprueba que está correctamente y que no le
falta nada.
Subís
las estrechas escalas, a duras penas con tanto equipo, y llegáis al pasillo de
la cubierta principal. Ahí todo sigue oscuro, tan sólo iluminado también por
luces rojas. Has de estar muy atento de no perder al que va delante tuya, y que
el de atrás tampoco se te pierda, ya que ahora debe estar todo el Batallón
dando vueltas por el barco. Camináis todos en silencio y en fila india.
Llegáis
al comedor (la fuerte luz te deslumbra) y allí ya se incorporan las dos féminas
de la Sección. Os dirigís todos a la esquina donde están vuestros mandos y
empezáis a elevar novedades por conducto reglamentario. Finalmente el sargento
manda firmes y le da la novedad de toda la sección al teniente. Éste no manda
descanso y se la da al capitán. Desde tu posición puedes ver, prácticamente, a
toda tu compañía firme. El capitán manda descanso y os ponéis en marcha.
Tal y
como os habéis estado preparando en los últimos meses en el Tercio de Armada,
tu Compañía hoy desembarcará mediante vehículos anfibios “AAV”, así que puedes
comprobar como la larga fila va descendiendo hacia las entrañas del buque,
hacia el dique. Lo temprano que es todavía, y sientes que ya estás empapado en
sudor.
Las
otras dos compañías de fusiles de tu Batallón, estos meses atrás, se estuvieron
adiestrando en el desembarco desde otros medios, una utilizando embarcaciones
“Supercat” y la otra mediante helicópteros, descendiendo en “fast-rope”. A esos
compañeros no los has visto porque seguramente ya estarán en tierra, o
llegando. Tu compañía era la que tenía que estar en playa a la “Hora H”.
Siguiendo
al que tienes delante, llegas por fin a la cubierta del dique y sientes en la
cara una agradable brisa de aire fresco, las portas de popa del buque están
abiertas. Consigues ver, mientras sigues caminando, que el dique está lleno de
agua y ya no están las cuatro embarcaciones LCM1-E que todos estos días estaban
allí, cada una con varios vehículos precargados. Deben estar fuera “orbitando”,
haciendo lo que conocéis como “la pescadilla”, que es un círculo donde las
embarcaciones esperan la orden para dirigirse a la playa, para así dejar el
paso libre a las AAVs. Te llama la atención el fuerte olor a gasoil y el ruido
que hay: una mezcla de motores encendidos, pitidos eléctricos y voces de los
contramaestres.
Tu
sección se separa de la fila de la compañía y os dirigís, de manera automática,
a donde están aparcados los dos vehículos anfibios en los que estos días habéis
estado recibiendo teóricas de seguridad. Ves como el teniente se para a hablar
con el cabo 1º que manda la AAV donde te toca embarcar, mientras los otros dos
miembros de la dotación se afanan en quitar las gruesas cadenas que mantenían al
vehículo inmóvil, uno debe ser el conductor del carro y el otro su auxiliar.
A la
orden empezáis a entrar en vuestra AAV. Tal y como hicisteis en la fase de “Ensayo”
de hace una semana, en una embarca tu pelotón y el pelotón de ametralladoras
que han asignado a la sección, y en la de al lado, los otros dos pelotones de
fusiles.
Es un
sitio estrecho, con techos bajos, aunque no te impresiona porque no es la
primera vez que entras en una. Han sido muchos los ejercicios de navegación que
hicisteis en el caño que hay cerca del cuartel, antes de que salierais para
esta misión.
Os
quitáis el equipo de la espalda y lo ponéis en el suelo, bajo vuestros asientos
(aunque no cabe bien del todo) y empezáis a sentaros. A una banda un pelotón y
en frente el otro, el de ametralladoras, a quienes ves que están metiendo
también las máquinas, como pueden, bajo sus asientos. Lo principal es que, si
hay movimientos bruscos, nada golpee a nadie. De manera instintiva te aseguras
bien el casco, por si acaso. Ojo, el fusil lo pones con la bocacha hacia abajo
y entre las piernas, en previsión de accidentes. Y ya te quedas quieto en tu
sitio.
El
conductor ya está sentado en su puesto y escuchas el rugido del motor. Detrás
de él está tu Teniente, en el lugar para el jefe de las tropas, siendo el único
de vosotros que, si se dan las circunstancias y la situación permite que se
abran las escotillas, podrá llevar la cabeza fuera. En la otra banda está el
jefe de carro, quien desde su posición podrá accionar las armas del vehículo:
una ametralladora de 12,7mm y un lanzagranadas de 40mm.
Ya
estáis todos embarcados, inmóviles y a la espera, y entra el último, que conocido
como auxiliar, es el tercer miembro de la dotación de la AAV. Os cuenta uno por
uno, os recuerda quienes sois los encargados de abrir las portas superiores del
techo en el caso de que, Dios no lo quiera, hubiera que abandonar el vehículo
por una emergencia, y se sienta al final del todo. Le ves que por las
comunicaciones de su casco le da la novedad a su jefe y, con un movimiento
lento y constante, observas cómo se va subiendo la enorme puerta trasera. Se
hace la oscuridad y el silencio. Sólo queda esperar el momento del lanzamiento.
Y éste
llega, escuchas cómo se acelera el motor, cómo comienza el carro a moverse,
rugiendo las cadenas contra el suelo, y cómo con un golpe no demasiado
violento, entráis en el agua. El ruido disminuye y sientes cómo las cadenas
dejan de girar y entran en acción los jets de popa. El movimiento de balanceo
te confirma que, aunque no ves nada, estáis navegando.
Dentro
de pocos minutos, cuando recorráis las millas que os separan de tierra,
llegareis a la playa… y ahí comenzará el combate, dirigiéndoos a ocupar
vuestros objetivos y cumplir la misión asignada. Que lo disfrutes.
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