OPERACIONES HELITRANSPORTADAS
Artículo publicado en la revista EJÉRCITOS de mayo de 2018
En la
actualidad, cualquier Compañía de fusiles debe estar perfectamente adiestrada y
preparada para poder ser desplegada mediante la utilización de helicópteros,
sea cual sea el tipo de unidad de Infantería a la que pertenezca.
Como
toda operación militar, ésta también requerirá de un minucioso planeamiento, el
cual incluirá no sólo el del asalto en sí, con la acción en el objetivo, sino
también el del procedimiento para llevar a cabo la carga y la descarga de su personal,
armamento y material.
Planeamiento.
Una
vez que el Batallón le envía al Capitán de la Compañía la misión, indicándole
que su despliegue se realizará por medio de helicópteros, éste deberá comenzar
el planeamiento del asalto helitransportado. Proceso que tendrá que realizarse
de manera conjunta con el jefe de la unidad de helicópteros, ya que éste deberá
darle a conocer la disponibilidad de aparatos y sus características, así como
cuáles serán los pasillos de aproximación y zonas de aterrizaje más
convenientes.
La
secuencia de este planeamiento será el mismo que el que se sigue para otros
tipos de operaciones. En un primer lugar se analizará detalladamente la misión
recibida, donde se revisarán aquellas directrices que nos haya proporcionado la
unidad superior, así como aquella información facilitada por los órganos de
inteligencia, con la finalidad principal de estudiar todos los factores que
podrían afectar al cumplimiento de la misión. A continuación, se desarrollarían
las posibles líneas de acción, cuya principal característica será que sean
practicables. Éstas se compararán con las posibles reacciones del enemigo,
teniendo también en cuenta otros factores como el terreno o las condiciones
meteorológicas, eligiéndose aquella que más pueda garantizarnos el cumplimiento
de la misión, e incluso que pueda permitir la realización de operaciones
posteriores. Con la decisión tomada, el Capitán elaborará su Orden de
Operaciones, como documento fundamental donde manifestar sus intenciones, y de
obligado cumplimiento por sus unidades subordinadas.
En su
planeamiento, por consideraciones tácticas y para evitar perder la sorpresa en
el ataque, se procurará que toda la Compañía viaje en la misma Ola de
helicópteros, entendiéndose así a aquellos helicópteros que tomarán tierra en
la misma zona de aterrizaje y aproximadamente a la misma hora. Si por la
disponibilidad de helicópteros u otras consideraciones, ésto no pudiera ser posible,
al menos tendría que ser una Sección la menor unidad táctica que sería
transportada en una sola Ola, procurándose que la diferencia de tiempo entre las
sucesivas Olas fuera la menor posible, para que se afectara lo más mínimo el
cumplimiento de la misión.
Como
anexo a esta Orden de Operaciones, se incluirá el conocido como Plan de carga
helitransportado, donde se incluirá todo lo necesario para garantizar un eficaz
embarque, dividiendo a su Compañía en los necesarios equipos de helicópteros.
Por definición, estos equipos serán el conjunto de soldados, con sus
aprovisionamientos, armamento y equipamiento, que se transportarán a bordo del
mismo helicóptero en un solo viaje. Se procurará que se conserve,
siempre que sea posible, la integridad táctica de las unidades que conformen
esos equipos, a pesar de que su entidad vendrá determinada por la capacidad de
carga que disponga el helicóptero.
El embarque.
Para
el embarque será primordial contar con una buena organización, sobre todo si se
va a realizar en condiciones de baja visibilidad, estableciéndose una zona de
reunión donde concentrar las tropas, preparar los equipos de helicópteros y
ultimar los preparativos para el combate. Cerca de esta zona de reunión se
designarán unas zonas de espera, que es a donde se dirigirán los equipos de
helicópteros a los que les corresponda embarcar a continuación. En las
inmediaciones de esas zonas de espera, existirán unos puntos de control, que es
donde el jefe de cada equipo entregará las tarjetas de embarque del personal su
unidad. En ellas vendrá reflejado el nombre, empleo, grupo sanguíneo y número
de identificación de cada uno de los individuos que viajará en ese helicóptero.
Finalmente, desde esas zonas los equipos se dirigirán a los correspondientes
puntos de carga, que tendrán que estar debidamente señalizados y dirigidos por
personal cualificado, donde se procederá al embarque de cada uno en el aparato
designado. Esos puntos de carga tendrán que tener al menos una separación
mínima de treinta metros entre sí.
Durante
el procedimiento del embarque, el supervisor de carga, perteneciente a la
dotación del helicóptero, tendrá la obligación de comprobar que las tropas tienen
especial precaución con la turbina y los rotores, y que se aproximan al
helicóptero adecuadamente (ésto es, en hilera formando un ángulo de 45º hasta
estar a unos seis pasos, que es cuando se cambia de dirección para formar un
ángulo de 90º). También se centrará en verificar que ningún individuo lleva
nada
de equipo que sobresalga por encima de la cabeza (la única prenda de cabeza permitida
será el casco), así como algún otro material que pueda dañar al aparato, tales
como las antenas de los equipos de comunicaciones sin plegar o algún elemento
que pueda salir volando y ser aspirado por las turbinas. Una vez dentro,
indicará que las bocachas de los fusiles se porten hacia abajo, por seguridad.
Por supuesto las armas colectivas, cajas de munición, etc, se habrán estibado
previamente lo mejor posible bajo los asientos.
Una
vez el personal se encuentra sentado, y si se dispone de él, con el cinturón de
seguridad abrochado, cada uno alzará el pulgar de una de las manos para indicar
al jefe del equipo y al supervisor de carga que está listo. Cuando todo el
equipo esté listo, el piloto podrá comenzar el vuelo, permaneciendo las tropas
inmóviles en sus asientos para no entorpecer en nada.
La zona de aterrizaje (Landing zone “LZ”).
Una LZ
es la zona de terreno, libre de obstáculos, donde desembarca una fuerza
helitransportada. Su elección corresponderá al jefe de la unidad de
helicópteros, basándose en las características de los aparatos a emplear, en el
tipo de unidad a transportar, y por supuesto, en las condiciones meteorológicas
y de visibilidad.
Su
superficie tendrá que ser resistente y lo más nivelada posible, sin elementos
que puedan levantarse peligrosamente por la acción de las palas de los
helicópteros, evitando aquellos tipos de terreno que puedan afectar a la
visibilidad de los pilotos.
Estas
zonas de aterrizaje serán designadas mediante nombres claves, y en su interior
podrán incluirse el número de sectores de toma que sean necesarios. Los
sectores, por su parte, se designarán por colores y serán aquellas subdivisiones
de la LZ donde puede tomar una Ola de helicópteros.
Dentro
de cada sector se encontrarán los correspondientes puntos de toma, que son
donde cada helicóptero tomará tierra físicamente. Cada punto de toma será
designado por un número de dos cifras. Éstos puntos de toma, al igual que los
de carga en el embarque, tendrán que estar también separados entre sí por unos
treinta metros.
Lo más
complicado al llegar a tierra será establecer cuanto antes el control de la
unidad. Para ello justo antes de aterrizar, cada jefe de equipo les indicará
claramente a sus miembros hacia qué punto de referencia se dirigirán para
ocupar cuanto antes su zona de responsabilidad asignada.
Alrededor
de los puntos de toma se señalará un perímetro que deberá ser asegurado por
cada una de las Secciones de fusiles en cuanto tomen tierra. Esas zonas de
responsabilidad perimetrales de la LZ, se subdividirán a su vez en zonas de responsabilidad
de pelotón, encargados de destruir al enemigo que se encuentre dentro de ellas.
Una
vez que se haya eliminado todo aquel enemigo que se pudiera encontrar dentro
del perímetro de la LZ, la Compañía se dirigirá a ocupar aquellos puntos del
terreno dominantes desde donde asegurar y controlar las posibles avenidas de aproximación
del enemigo, y así poder reorganizar su unidad antes de emprender el movimiento
para cumplir su misión encomendada.
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