ALHUCEMAS: ANÁLISIS DE LAS FUNCIONES DE COMBATE

                         Artículo publicado en la revista HISTORIA DE LA GUERRA núm.24 de julio de 2021

 

Con la firma en el año 1898 de la Paz de París tras la Guerra hispano-norteamericana, España perdió sus últimos territorios de ultramar. Por este motivo, todo el país en general entró en una profunda crisis económica, y también moral al darse cuenta de que del poderoso Imperio Español ya apenas quedaba nada. Hay numerosos artículos de la prensa de la época que pueden dar fe de ello.

Ante esta situación, el rey Alfonso XIII quiso centrarse en los territorios de África que le podrían corresponder a España, en aquellos años de extensión de los países europeos por aquel continente.

De esta manera, el 15 de enero de 1906 se celebró la conocida “Conferencia de Algeciras” donde se pactó el reparto del territorio del actual Marruecos entre Francia y España, correspondiéndole a Francia la gran mayoría y a España los territorios del sur (Ifni y Cabo Juby) y los de más al norte, limitados por el río Uarga, junto con el derecho de estas naciones a intervenir militarmente allí si el sultán Abd al-Aziz Ben Hassan, responsable de aquel territorio, no fuera capaz de mantener el orden interno. De esta forma España se hacía cargo del control de ambas orillas del estrecho de Gibraltar. Este territorio español del norte de África era un pedregoso paraje, muy pobre y habitado por múltiples cabilas[1] de origen bereber y de naturaleza agresiva[2].

Aunque la ocupación de aquellas zonas se realizó en un principio pacíficamente, pronto varias cabilas se manifestaron muy contrarias a la presencia europea, generándose un estado de extrema anarquía que derivó en frecuentes enfrentamientos armados. En 1911, el sultán no tuvo más remedio que pedir ayuda exterior, ocupando tropas francesas la ciudad de Fez y España, tras un exitoso desembarco de la Infantería de Marina del primer regimiento de San Fernando (Cádiz), las poblaciones de Larache y Alcazarquivir. Poco después se firmaría el tratado hispano-francés del 27 de noviembre de 1912, que dividía el noroeste africano en dos Protectorados[3]. Justo desde ese momento, se determinó que la solución para lograr la pacificación del Protectorado español[4] radicaba en la ocupación de la localidad de Axdir[5], en el interior de la bahía de Alhucemas.

Éso implicaría un enorme desembarco en fuerza, el cual siempre fue rechazado por el gobierno español por su complejidad y por la falta de confianza en una operación anfibia de esta magnitud, consideradas empresas imposibles como consecuencia del fracasado desembarco británico de Gallipoli de 1915. Aun así, se llegaron a preparar hasta cinco planes de desembarco, elaborados y desarrollados minuciosamente en los años 1911, 1913, 1916, 1918 y 1923[6].

Es conocido que los conflictos más importantes y más trágicos para España fueron el del Barranco del Lobo de 1909 y el de Annual de 1921, donde en total fallecieron más de 10.000 compatriotas, en las dramáticas circunstancias que ya están más que estudiadas e investigadas y de la que hay muchísima e interesante bibliografía.

El principal líder de aquel enemigo anti-español fue Abd el-Krim El-Jattabi, un antiguo funcionario de la administración de Melilla, que estudió un tiempo en la universidad de Salamanca, que trabajó para el periódico “El Telegrama del Rif” y que ejerció también como cadí[7] de los musulmanes melillenses.


Poco después de lo sucedido en los campos y montes de Annual, Sidi Dris, Igueriben, Monte Arruit y tantos desgraciados parajes en aquellos días, el 18 de septiembre de 1921 se proclamó unilateralmente la república independiente del Rif, de la cual el propio Abd el-Krim sería su emir[8]. En el mes de abril de 1925 este líder rifeño, embriagado por esas victorias ante los españoles, invadió también el Protectorado francés y les infringió una severa derrota cerca de Fez, a los cuarteles de Beni Dercul y Bibane, de proporciones muy similares a la de Annual. Este hecho hizo reaccionar al gobierno de Francia, que se había mostrado bastante pasivo hasta el momento, y automáticamente solicitaron reunirse con Madrid para intentar buscar una solución común a este problema.



EL PLANEAMIENTO

Después de varios contactos entre el mariscal Philippe Pétain y el general Miguel Primo de Rivera, se decidió ejecutar la primitiva idea española de desembarcar en la bahía de Alhucemas, por ser realmente el foco de la rebelión rifeña. Aprovechando la oferta francesa, se ordenó al general Francisco Gómez-Jordana Sousa que adaptara a las necesidades de ese momento el plan que él mismo hiciera en el año 1913 y que elaborase uno definitivo[9]. 



- Finalidad de la Operación

El objetivo estratégico era pacificar todo el norte de África y el objetivo operacional conquistar la población de Axdir, pues se consideraba el centro de gravedad del enemigo por ser la capital de la república del Rif y la base principal de su ejército. 

- Evaluación del espacio de batalla

La bahía de Alhucemas se sitúa entre las puntas de los Frailes y de Cabo Quilates, entre las penínsulas de Morro Nuevo y Tensamán. Dista 100 kilómetros al oeste de Melilla y 155 km al este de Ceuta. Esta zona destaca por su complicada orografía, de áridas colinas y profundas vaguadas con barrancos de difícil acceso, y pocos caminos. Su escasa vegetación eran fundamentalmente arbustos. Había pocos puntos de agua y ríos en la zona, siendo el más importante el Nekkor, que estaba algo más al sur.

Por su latitud prevalece el clima mediterráneo, donde alternan los fuertes vientos de poniente y de levante, y donde en verano el calor es tan abrasador que se puede llegar a superar los 45ºC y es muy extraño que llueva[10].

Se plantearon tres posibles sectores de desembarco: las playas de la península de Morro Nuevo, las que están al oeste del Cabo Quilates o las playas de Suani, justo en medio de ambas zonas y en frente de Axdir. Aunque en un principio se optó por esta última por estar más resguardada de las condiciones meteorológicas, un oportuno reconocimiento aéreo evidenció que esas playas estaban fuertemente defendidas, por lo que finalmente se decidió que el desembarco se realizaría en la península de Morro Nuevo, en las playas de Ixdaín y La Cebadilla.

- Evaluación del enemigo

La república del Rif estableció en 1922 la formación de un ejército regular, compuesto por grandes Harkas[11] de infantería rifeña y una valiente caballería, temida por su velocidad y potencia de choque. Su artillería estaba formada por unos cien cañones de varios calibres capturados a los españoles y a los franceses, los cuales, al no saber usarlos tácticamente, en muchas ocasiones simplemente eran acercados al objetivo para dispararlos a muy corta distancia. Este ejército rifeño poseía material y armamento equiparable al de los españoles, debido al apoyo que desde el extranjero le daban ciertos comerciantes europeos[12].

Su táctica se fundamentaba en su perfecto conocimiento del terreno para realizar ataques por sorpresa muy agresivos, que destacaban por una extrema crueldad, seguidos de rápidas retiradas. Una verdadera guerra de guerrillas muy desmoralizadora. En aquella bahía se estimaba que podían existir unos 5.000 efectivos, más cuatro decenas de cañones distribuidos a lo largo de toda la costa.

Abd el-Krim intentó poseer incluso una marina de guerra y una aviación militar, pero sólo llegó a contar con ocho lanchas a motor y seis aviones, tres comprados a Argelia y tres capturados a los españoles[13]. Pero la realidad es que nunca supusieron amenaza alguna ante el enorme potencial bélico español.

El Cuartel General de este ejército efectivamente se situó en Axdir. Allí se encontraban varios asesores europeos, como un capitán serbio de artillería, un médico noruego y un oficial alemán experto en comunicaciones.



- El propósito de la operación

Se consideró fundamental la ocupación de una cabeza de playa que fuera capaz de albergar un ejército de más de 15.000 soldados, para que después de reorganizarse, maniobrara hacia el sur dominando las alturas y eliminando toda resistencia enemiga hasta conquistar la localidad de Axdir. Misión principal del componente terrestre. Por su parte, la misión de la fuerza naval, aparte de transportar a la fuerza de desembarco hasta las playas, fue la de proteger el movimiento buque-costa, aislar la Zona de Objetivo Anfibia y apoyar por el fuego la ejecución de toda la operación. Y la misión de la fuerza aérea fue efectuar labores de reconocimiento, así como bombardear también las posiciones artilleras enemigas de toda la bahía.

El desembarco tendría que suponer un golpe inesperado en el centro de la república, mientras el ejército colonial francés ejecutaba una operación simultánea en el norte de su Protectorado para apoyar el movimiento español y restaurar la frontera.

- Configuración de la Fuerza Anfibia Operativa (FAO)

Se constituyó en base a tres elementos: una fuerza de desembarco (FD), un componente naval y otro aéreo. Su comandante en jefe fue el propio general Primo de Rivera, designándose comandante de la FD al general José Sanjurjo Sacanell, comandante de la fuerza naval al vicealmirante Francisco Yolif Morgado y comandante de la fuerza aérea al general Jorge Soriano Escudero.

La fuerza de desembarco se decidió que fuera enteramente española, aportada principalmente por las Comandancias Generales de Ceuta y Melilla, y que serían transportadas y protegidas por buques y aviones franceses y españoles. Constituida por dos brigadas de efectivos similares: la de Ceuta de 8.300 hombres, al mando del general Leopoldo Saro Marín y la de Melilla de 8.200 hombres, mandada por el general Emilio Fernández Pérez.

Como reserva, tanto en Ceuta como en Melilla quedaron constituidas unas unidades de 1.500 hombres, y en la península se activaron diez batallones de infantería y cinco grupos de artillería por si la situación se complicaba y se precisaba de su utilización.

La Armada española incorporó a la fuerza naval dos acorazados, cuatro cruceros, dos destructores, cuatro torpederos, seis cañoneros, once guardacostas, tres buques hospital, dos buques aljibe, siete guardapescas, veintiséis barcazas de desembarco tipo K[14], veinticinco buques de transporte y un porta-hidroaviones con dieciocho aparatos. De la marina francesa participaron un acorazado, dos cruceros, dos destructores, dos monitores (cañoneros) y un remolcador.

Por último, la fuerza aérea quedó configurada con once escuadrillas del Ejército, cuatro de la Armada y una de la Cruz Roja, que sumaban un total de ciento sesenta y dos aeronaves. La Aviación francesa aportó seis aparatos de su base de Bizerta (Túnez).

Se decidió que el día D sería el 7 de septiembre de 1925 y que la hora H serían las cuatro de la madrugada[15].

 


ANÁLISIS POR FUNCIONES DE COMBATE.

Las capacidades de toda fuerza de combate han de desarrollarse en un sistema integrado común, que sincronice a sus distintas unidades para obtener el máximo rendimiento. A pesar de las limitaciones lógicas de la época, en este desembarco en Alhucemas también se tuvo en cuenta este principio, quedando integrado este sistema por las siguientes funciones de combate:

- Mando y Control

Lo principal en esta operación fue que se constituyera un Mando único para los componentes terrestre, aéreo y naval, incluyéndose también como innovación la integración en cada Estado Mayor, para conseguir la más estrecha cooperación, de representantes de todas las armas y ejércitos.

Como manda la doctrina, el planeamiento fue concurrente y detallado. Además, se hizo bajo el máximo secreto, prueba de lo cual fue que el enemigo intuía que se iba a ejecutar un desembarco en sus costas, pero nunca supo con seguridad dónde exactamente, por lo que se logró la sorpresa ante el enemigo rifeño. El planeamiento para este desembarco fue tan detallado que incluso se estableció una organización que lo controlara, se estudiaron posibles playas alternativas por si no se podía desembarcar en las principales y se crearon unas señales visuales para asegurar el enlace entre todas las unidades involucradas, ya fueran del Ejército de Tierra, de la Marina o de la Aviación. Estas señales fueron principalmente un número de paneles de color blanco que indicaban los cambios de fase según su colocación.



- Inteligencia

Uno de los hechos más importantes dentro de esta función, fue el secretismo con el que se llevó todo el planeamiento de la operación, posibilitándose así la consecución de la sorpresa y el éxito de la operación.

Para adquirir la información necesaria para obtener inteligencia se realizaron varios vuelos de reconocimiento en los que se sacaron numerosas fotografías aéreas.

En cambio, se produjeron dos errores tan graves en cuanto a inteligencia, que podrían haber ocasionado el fracaso de toda la operación: uno fue que no se realizó un estudio hidrográfico previo de las playas, con lo que las primeras barcazas K a punto estuvieron de chocar contra las minas enemigas sembradas en la playa de La Cebadilla, mientras que en la de Ixdaín, debido a su poco fondo, éstas quedaron varadas muy lejos de la orilla, con el consiguiente perjuicio para la fuerza; el otro fue que, al no realizarse tampoco un estudio detallado de la meteorología, a causa del mal tiempo, el desembarco primero tuvo que retrasarse un día y luego paralizarse completamente, cuando ya había en tierra más de 8.000 soldados sin suministros ni agua.



- Maniobra

En el desembarco de Alhucemas, se consideró que lo principal era conquistar cuanto antes las alturas desde las cuales se dominaban todas las playas, para así garantizar el desembarco del resto de la fuerza.

Una vez consolidada y asegurada la cabeza de playa, se tendría que avanzar con rapidez hacia el sur en dirección a Axdir sin olvidar de ir eliminando todas y cada una de las bolsas de resistencia enemigas, para así evitar dejar enemigos atrás que pudieran hacer ataques por sorpresa u hostigar a las unidades de retaguardia.



El hecho de que el mal tiempo obligase a paralizar varios días el desembarco, influyó en que se alargase esta operación más de lo previsto, posibilitando además que un contraataque efectivo del enemigo hubiera podido acabar con toda esta operación. Aun así, en cuanto la situación y la logística lo permitía, y motivado también por la alta moral de las tropas españolas, los asaltos a las posiciones rifeñas se hacían con un arrojo y un ímpetu fuera de lo normal, dándose hechos realmente gloriosos.



- Apoyo de fuegos

Para integrar todos los fuegos de apoyo, se diseñó un único Plan de Fuegos para toda la Operación, por lo que todas las peticiones fueron coordinadas por el Estado Mayor del general Sanjurjo. En los momentos iniciales del desembarco se contó con apoyo aéreo, fuego naval y con el fuego de las baterías de artillería del Peñón de Alhucemas, con lo que la preparación artillera fue bastante completa.


Además, el denso bombardeo contra muchos puntos diferentes contribuyó a que los rifeños no llegaran nunca a saber con exactitud dónde se iba a realizar el desembarco principal, con lo que tuvieron que estar muy desplegados para intentar defender zonas extensas de la costa. Para la adquisición de blancos y la corrección del tiro, se utilizaron diversas aeronaves y globos cautivos amarrados a los buques. El apoyo del fuego naval permitió avanzar sin apenas oposición a lo largo de la costa contra un enemigo cada vez más desorganizado.

Una vez desembarcadas las baterías de artillería de la fuerza de desembarco, se echó en falta la existencia de un fuego contrabatería eficaz que contrarrestara la acción de los numerosos cañones rifeños que bombardeaban las unidades españolas.



- Movilidad, contramovilidad y protección

En los momentos iniciales, fue realmente memorable el importante trabajo que los primeros ingenieros y zapadores que desembarcaron hicieron para conseguir fortificar de la mejor manera posible la cabeza de playa, ya que además de actuar bajo el fuego enemigo, tuvieron que hacerlo con muy pocos medios debido a la falta de suministros durante los primeros días. También fueron necesarios para destruir las minas que el enemigo había colocado en la playa de la Cebadilla, con lo que se pudo aligerar algo más la descarga, así como para abrir pasillos en todos aquellos obstáculos que las unidades se iban encontrando durante su avance hacia el sur.

- Apoyo de servicios de combate

Lo más innovador en la preparación de este desembarco fue que en la carga logística de los buques se siguió un modelo de estiba vertical para así aprovechar al máximo el espacio disponible. También los aprovisionamientos se distribuyeron por los buques según clases[16], para que nunca se quedara la fuerza sin ningún recurso en caso de perderse algún barco, y lo principal fue que se embarcó todo teniendo en cuenta el orden en el que luego se pretendía desembarcarlo. Este modelo es prácticamente el mismo que se sigue utilizando hoy en día. Con la intención de coordinar y controlar toda esa carga y su posterior descarga, también se creó la figura de un oficial de embarque en cada barco, que lo coordinara y organizara todo. Figura que también continúa en la doctrina anfibia actual.

Otra innovación fue que se precargaron en las barcazas las llamadas “cargas de urgencia”, para que se pudieran utilizar en tierra por las olas de asalto desde los primeros momentos del desembarco.

Durante la Descarga General, de la gran cantidad de material que se necesitaba en tierra, estas barcazas tipo K resultaron ser bastante ineficaces debido a lo incómodas que eran sus empinadas rampas delanteras para la descarga del material.



Con respecto a la sanidad, se establecieron varios hospitales y puntos de clasificación en tierra desde los que se evacuaban a los heridos hasta alguno de los tres buques hospital de la flota. Sin embargo, se observó cierta carencia en el apoyo sanitario de primeros auxilios, sobre todo en lo que respecta al plasma sanguíneo.

- Defensa Aérea

Para ejecutar con seguridad cualquier operación anfibia, es necesario conseguir antes la supremacía naval y la superioridad aérea. En esta operación, gracias al potencial de la marina de guerra conjunta, la supremacía naval estuvo asegurada desde el primer momento, presentando sólo cierta amenaza la existencia de varias aeronaves rifeñas pilotadas por extranjeros, para lo cual la aviación española se empeñó en localizarlas y destruirlas días antes del comienzo del desembarco. 

 

CONCLUSIONES:

- Fue el primer desembarco aeronaval de la historia y también el primero donde se desembarcaron vehículos, lo que marcó el modelo a seguir para este tipo de operaciones en un futuro.

-  Esta operación supuso para España un enorme éxito político al conseguir pacificar el territorio español en África y, en consecuencia, el fin de la cruenta guerra del Rif.

-  Demostró que las operaciones anfibias sobre una costa hostil eran viables, siendo ésta en concreto estudiada a fondo durante la Segunda Guerra Mundial.

- Se comprobó que una exhaustiva preparación, un plan completo de carga y descarga, un serio adiestramiento durante los meses previos y una perfecta coordinación entre los medios aeronavales y la fuerza de desembarco, son vitales.

-  Se unificaron métodos y procedimientos de comunicaciones ópticas, telegráficas e inalámbricas establecidas en aviones, buques y baterías de tierra.

- Resultó fundamental el dotar a las unidades de cierta autonomía logística desde los primeros instantes y el que contaran con aprovisionamientos de emergencia.

-  Se vio la importancia que tiene el realizar un estudio previo de la meteorología, así como de la necesidad de un detallado reconocimiento hidrográfico de las playas.

- Se demostró que el análisis del enemigo debe ser siempre lo más completo posible, intentando conocer la situación tanto de los campos de minas, como de sus posiciones defensivas.


Bibliografía:

- BOUARFA, Mohamed. Marruecos y España. El eterno problema. Algazara, 2002.

- CAMPELO GAÍNZA, Jesús. Desde 1537. HRM, 2017.

- CARRASCO, Antonio y MESA, José Luis. Alhucemas 1925. Almena, 2011.

- CERVERA PERY. La Marina en Marruecos. Revista General de Marina, 2000.

- GARCIA ARGÜELLES. 75 Aniversario de Alhucemas. Revista Ejército, 2000.

- GARCÍA, Dionisio. Alhucemas 75 años después. Revista General de Marina, 2000.

- GÓMEZ-JORDANA, Francisco. Nuestra actuación en Marruecos. Algazara, 2005.

- LÓPEZ RIENDA, Rafael. Del Uarga a Alhucemas. Calpe, 1925.

- NÚÑEZ CALVO, Jesús Narciso. Las Campañas de Marruecos. Almena, 2003.

- QUINTANA MARTÍNEZ, Eduardo. La Marina de Guerra en África, 1928.

- RIVAS FABAL, José Enrique. Historia de la Infantería de Marina Española, 1967.

- RUBIO, Plácido y LACALLE, Miguel. Alhucemas. Revista Soldiers, 2001.

- SÁNCHEZ MÉNDEZ. El Desembarco de Alhucemas. CESEDEN 47, 2001. 

- SALAFRANCA, José. La República del Rif. Algazara, 2004.

- Revista Desperta Ferro nº 11, Extra, de septiembre de 2015.

- Diarios Oficiales de Marina de los años 1924, 1925, 1926 y 1927.







[1] Cabila es un término de origen árabe utilizado para designar a las tribus de bereberes del norte de África que en esos años ocupaban zonas independientes política y socialmente.

 [2] Los rifeños por lo general eran de carácter violento y físico robusto, guerreros por naturaleza. Tradicionalmente su forma de combatir era organizándose en varios grupos mandados por el líder de cada cabila y lo usual era que no se ayudaran nunca entre sí. De hecho, algunas estaban hasta enfrentadas.

 [3] El Protectorado es una forma de gobierno donde un Estado extranjero más fuerte protege el gobierno y la administración de otro, a cambio de que éste acepte algunas obligaciones de explotación de carácter colonial.

 [4] El Protectorado español se dividió en cinco provincias, llamadas de oeste a este: Locus, Yebala, Xauen, Rif y Kert. Sus poblaciones más importantes eran Larache, Arcila, Alcazarquivir, Tetuán, Xauen, Axdir, Ketama, Targuist, Zeluán, Nador, y por supuesto Ceuta y Melilla.

 [5] Considerada el epicentro de toda la rebelión rifeña y de dónde era originaria la tribu de los Beni-Urriagel, la más revolucionaria y combativa de todas.

[6] Es importante señalar que siempre se había previsto realizar esta Operación Anfibia sin la colaboración francesa ni de ningún otro país, porque tanto el ejército como la marina española se sentían plenamente capaces de poder ejecutarla con éxito.

[7] Juez de los territorios musulmanes, de acuerdo con la ley religiosa islámica (la sharia).

[8] Gobernador y jefe político y militar de algunos países árabes.

[9] Cuando este general era Comandante General de la Capitanía General de Melilla.

[10] Apenas 534mm anuales de media.

[11] Formadas por 4.000 combatientes, al mando de un Jefe designado personalmente por Abd-el Krim.

[12] En 1924 un barco inglés desembarcó 16.000 fusiles en la ciudad internacional de Tánger, que habían sido encargados por Abd- el Krim.

[13] Estaban pilotados por mercenarios suizos y franceses. Aun así, poco antes del desembarco dos se estrellaron por la impericia de sus pilotos y el resto fue derribado por la aviación española.

[14] Compradas en Gibraltar. Eran las que había utilizado la Royal Navy en Gallipoli.

[15] Al final, a esa hora la mayoría de los buques y las barcazas cargadas de soldados que llevaban remolcadas, se encontraban lejos y desperdigadas del punto adecuado por culpa del fuerte viento de levante. Por ese motivo, se tuvo que retrasar más de un día el inicio del desembarco: a las 12h del día 8.

[16]  Las clases de aprovisionamientos son: clase I comida y agua, clase II vestuario y equipos, clase III combustibles y lubricantes, clase IV materiales de fortificación y construcción, y clase V municiones y explosivos.

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