EL PRIMER VEHÍCULO QUE SIRVIÓ EN INFANTERÍA DE MARINA

            Artículo publicado en la REVISTA DEL TERCIO DE VETERANOS del mes de abril de 2022


Los primeros vehículos que sirvieron en Infantería de Marina fueron tres camionetas FORD T adquiridas por la Armada en el año 1926, de las fabricadas en la factoría que esa empresa había instalado en la ciudad de Cádiz, elegida por su comunicación por mar con Estados Unidos. 

Lamentablemente no existe ninguna foto de ninguno de ellos, pero debía ser como esta camioneta Ford ensamblada      en la factoría de la Segunda Aguada (Cádiz) donada al Ejército de Tierra por el pueblo de Cádiz en 1928

Allí en esa factoría gaditana, es donde se recibían los ejes, motores y cajas de cambios para montarlos en esos automóviles, mientras los cristales y carrocerías eran fabricados en España. Tenía una producción diaria de treinta coches completos. Las tres FORD T del Cuerpo eran de color negro y se distribuyeron una a cada regimiento, siendo la matriculada ANM-SF-22 la del Primer regimiento de San Fernando, la ANM-F-11, la del Segundo de Ferrol y la ANM-C-30, la del Tercero de Cartagena. 

Este automóvil, aunque no fue el primero fabricado por esta casa, sí que fue el más importante, ya que fue el primer coche de la historia que se fabricó en serie y a gran escala. Por ese motivo se convirtió también en el más vendido del mundo. Su chasis era muy rudimentario y bastante barato. El motor tampoco era muy complejo, de cuatro cilindros en línea, una cilindrada de 2.895 c.c. y 20 CV de potencia, siendo la culata desmontable, algo poco corriente para los vehículos de aquella época. Incluía grandes adelantos técnicos, tales como incorporar en una sola unidad el bloque del motor, el cárter y el cigüeñal o la instalación del volante a la izquierda, ya que los primeros automóviles o no tenían y se dirigían con una especie de timón, o se llevaban en el lado derecho o incluso en el centro. Se arrancaba por batería y sólo tenía dos velocidades, la primera y la segunda, más la marcha atrás, todas accionadas mediante pedales. Tenía tres pedales: el izquierdo servía para meter las marchas cuando el conductor lo pulsaba hasta el fondo para embragar, el pedal central servía para poner la marcha atrás y el freno se encontraba en el derecho. En cambio, el acelerador se encontraba en el volante y se accionaba con la mano. Los frenos eran unos tambores en las ruedas traseras. Llevaba faros eléctricos enganchados a la batería, toda una innovación ya que los primeros coches llevaban unas primitivas acetileno que para encenderlas había que abrir las tapas de vidrio y encenderlas con una cerilla. La suspensión delantera era de eje rígido con ballestas trasversales semielípticas y la trasera era un puente rígido con ballestas transversales semielípticas. Alcanzaba una velocidad máxima de 67 km/h. Pesaba en total 540 kg. Consumía un litro de gasolina cada cinco kilómetros. 


                                                    Vehículos fabricados en la factoría de Cádiz

La curiosidad era que todos tenían que ser de color negro porque era la pintura que mejor se secaba y en un principio no llevaba puertas. Se fabricó en varias versiones: descapotable, berlina y camioneta, que ya incluía las primeras puertas. Tuvo una producción muy grande, llegando a los quince millones de unidades a un precio de unos 500 dólares cada uno. En España era conocido como el “forito de pedales” y en Sudamérica se le llamaba “fotingo” tras ser castellanizado el lema de ese modelo: “foot it and go”, que hacía referencia al uso de sus pedales para funcionar.







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