SAN PEDRO ABANTO, LOS HEROICOS INFANTES DE MARINA EN LA III GUERRA CARLISTA

 Noticia publicada en el periódico MUNDIARIO el día 19 de marzo de 2024 (doctora María Fidalgo Casares)


La Corbata de San Pedro de Abanto es un jalón de honor en la gloriosa historia de la Infantería de Marina. Su 150 aniversario fue recordado con rigor, erudición y emoción en San Fernando. Recordamos la Batalla y su actuación.
Contar la Historia de la Infantería de Marina, es contar la Historia de España ya que su glorioso periplo bélico los llevó desde su fundación en el siglo XVI hasta las misiones actuales en el exterior. Y aunque sorprenda, en muchas de las contiendas lucharon pie en tierra, y no en las cubiertas de sus buques.
Por ello, con motivo del 150 aniversario de una de sus acciones excelsas, San Pedro de Abanto, el Tercio del Sur dedicó unas jornadas a su divulgación histórica. En ellas, el Comandante Campelo Gaínzareferencia en la Historia del Cuerpo, impartió una conferencia donde quedaron muy claras las circunstancias y el valor demostrado allí por los Infantes de Marina de San Fernando. Se calculó que asistieron más de 300 personas y después hubo un gran concierto conmemorativo de la Unidad de Música del Tercio del Sur. 
El Tercio del Sur de Infantería de Marina tiene por esta acción el privilegio de ostentar la Corbata de la Cruz Laureada de la Real Orden de San Fernando en su bandera. Es la más alta condecoración española y se concede sólo por hechos heroicos en acción de guerra y es la única unidad de la Armada que aún goza este privilegio.
Curiosamente, el día del aniversario de la Infantería de Marina, también en San Fernando, con motivo del ingreso como académica de la Real Academia de San Romualdo,  María Fidalgo, quien suscribe estas líneas, dedicaba su lectio magistralis a la Infantería de Marina en la obra de Ferrer Dalmau. En ella, esta misma acción de San Pedro de Abanto fue parangonada por la nueva académica asesorada por el propio Comandante Campelo Gaínza.
LAS GUERRAS CARLISTAS Y LOS INFANTES DE MARINA
La Tercera Guerra Carlista fue el escenario en el que se desarrolló la acción de San Pedro Abanto. Sería el tercer episodio de las guerras dinásticas, ideológicas y religiosas conocidas como Guerras carlistas. En la primera Guerra Carlista, que duraría casi siete años,  participaron Infantes de Marina “pie a tierra” prácticamente en todos los frentes, integrados en columnas del Ejército. También en la segunda o guerra dels Matiners, volvieron a destacar los infantes destinados en las Comandancias de Marina.
La Tercera Guerra se desencadenó por el exilio de Isabel II y la subida al trono de Amadeo de Saboya. Se consideró un ultraje optar por un rey extranjero, de una dinastía anticlerical, habiendo un candidato legítimo, catolico y español que se proclamaría como Carlos VII. Y sería en esta tercera contienda donde sucedió la acción de San Pedro de Abanto.
EL ASEDIO DE BILBAO
Pasados casi dos años de una guerra de acciones intermitentes y sin plazas destacadas, el pretendiente al trono decidió tomar alguna ciudad norteña importante, ya que su “reino” tenía como capital Estella. ¿Sería Pamplona, San Sebastián, o Bilbao? Finalmente optó por Bilbao, aparentemente más fácil de defender por su situación topográfica. El general carlista Torcuato Mendiry, comenzaría el asedio de Bilbao el día 21 de enero con 12.000 hombres y 8 cañones. Contra él, se envió un Ejército liberal a las órdenes del general Domingo Moriones, que se concentró en Castro Urdiales y  que duplicaba el número de hombres y triplicaba el de cañones. A ese Ejército del Norte se ordenó que se incorporase el 2º Batallón del 1er Regimiento de Infantería de Marina al mando del teniente coronel Joaquín Albacete y Fuster, regimiento que se desplazaría en tren desde San Fernando. El día 24 de febrero de 1874 comenzaba la conocida como “Campaña de Somorrostro” ¿Su misión? Levantar el sitio carlista de Bilbao y tomar el punto más importante del despliegue enemigo: el Monte Montaño. Pese a la superioridad numérica, el asalto fue un tremendo fracaso para los liberales, y todo su ejército tuvo que retroceder hasta las posiciones iniciales. Caerían 2.000 liberales, mientras que carlistas, apenas 600. Este desastre motivó que el General Moriones escribiera un telegrama a Madrid dimitiendo de su cargo. 

SERRANO TOMA EL MANDO
Del mando del Ejército se hizo cargo el entonces Presidente del Poder Ejecutivo de la República, General Serrano, con nuevo ímpetu. Reforzó aún más el ejército: hasta 30.000 hombres y 50 cañones. El día 25 de marzo intentaba atacar de nuevo por el Valle de Somorrostro, pero también fracasaría. El ejército carlista imbuido de sus férreas convicciones religiosas luchaba con fiereza. Pero en esta ocasión, Serrano decidiría no volver a retroceder al otro lado del río, y concentrar todas sus tropas en el medio del Valle, en una pequeña altura llamada Las Carreras, a unos tres kilómetros de San Pedro Abanto. Al día siguiente, pudieron conquistar la estratégica posición de Pucheta, de gran interés al estar justo en el centro de la defensa carlista.
Esa misma noche, mientras Serrano estudiaba en su tienda con sus oficiales el operativo posterior, el teniente coronel Albacete y Fuster se presentó ante el general. Le dijo: «Excelencia, me permito presentarle mi decidido compromiso para entrar mañana con mi batallón en San Pedro Abanto». Se estaba ofreciendo voluntario para ir a la vanguardia de todo el Ejército. Y el general aceptaría su valiente propuesta.
LA CUÑA QUE ROMPERÍA LAS DEFENSAS
Así, el legendario 27 de marzo de 1874, todo el Ejército formó en una cuña gigantesca para poder romper de una vez todas las defensas enemigas. Al frente de todos iba el Segundo Batallón de Infantería de Marina de Albacete Fuster. Tras una dura carga a la bayoneta, conquistarían el caserío de Murrieta y el pueblo de San Pedro Abanto. Se llegó a contar que una vez lograda la conquista, fue tan difícil parar el ímpetu de la tropa, que tras mandar “alto al avance”, los Infantes de Marina siguieron persiguiendo por la ladera a los enemigos en fuga.

En esta sangrienta batalla del 27 de marzo, cayó un tercio del batallón de Infantería de Marina, «de la primera compañía sólo quedaron en pie tres hombres», donde incluso su propio jefe, el capitán Ramón Pardo y Pardo, moriría al frente de sus soldados. Igual que el capitán Mariano Barra y Mur, que mandada la segunda. En total se calculó que cayeron unos 1.500 liberales y más de 2.200 carlistas. Al día siguiente, los restos de este heroico batallón de Infantería de Marina desfilaron ante toda su División que, presentándole armas, le harían un mudo homenaje de admiración y respeto. Poco después llegaría un cuarto Cuerpo de Ejército a Castro Urdiales, lo que aumentaría los efectivos liberales a 42.000 hombres y 92 cañones. Esto rompería por fin  el frente dejando el camino libre hasta Bilbao y levantando el sitio de Bilbao el 2 de mayo, tras tres meses y medio de asedio total. ¿Lo habrían logrado sin la actuación del 2º Batallón del 1er Regimiento de Infantería de Marina?. Hubiera sido difícil. Por ello, por su heroica acción en la toma de Murrieta y San Pedro Abanto, se le concedería la Corbata de la Real Orden de San Fernando, una gran recompensa colectiva al valor de todos sus componentes. 

Esta corbata fue impuesta a la bandera del Batallón el día 14 de abril de 1875 en un acto solemne celebrado en la iglesia de Santa María de Castro Urdiales. Hoy, la Infantería de Marina y el Tercio Sur de San Fernando la exhibe con honor orgullosos de su gloriosa Historia. Y como tal, ha sido recordada el día de su  150 aniversario como se merece: con rigor, erudición y emoción. 






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